10. Don comedias

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-¡Adam! ¡Adam! ¡Responde, maldito!

Kaoru se recompuso en poco tiempo, y se levantó a buscar al imbécil de su jefe. De solo pensar lo que le había pasado le entraban ganas de reír. En serio, Adam era un total idiota. Qué psicópata tiene en la cabeza golpear a su empleado con un lienzo. Hasta podría ser una broma graciosa. Pero ya no tenía caso pensar en eso.

Se asomó por el barandal de la escalera, esperando encontrar a Adam detrás de la caja registradora, en el primer piso. A simple vista no veía nada, y quedó decepcionado cuando bajó y no había nadie. La tienda ya había cerrado, seguramente Adam lo dejó así al salir. Por un segundo le invadió el terror de haber sido atrapado dentro de la tienda. Desesperadamente, Kaoru se abalanzó contra la entrada e intentó salir. Afortunadamente las puertas abrieron sin problema. Un suspiro de alivio dejó su cuerpo.

Volvió a subir y esta vez solo para recoger sus cosas, para de una vez irse de la tienda. Una vez las tenía todas, salió. El aire fresco de la noche golpeó su cara rápidamente, como arrastrando todas las penurias en él. Estaba agradecido por el refrescamiento, pero ahora tenía que afrontar otro problema, la renuncia.

Ya estaba segurísimo que iba a renunciar. Tenía las ganas de renunciar desde que empezó; siquiera estaba convencido de aceptar el trabajo en primer lugar. Después de lo de hoy, la plata no sería suficiente recompensa por aguantar a Adam y a sus estupideces.

Pensando en cómo le contaría a su jefecito las noticias, algo le vino a su mente. Joe. Todo esto comenzó por él. Pero, también podía ser la clave para por fin terminarlo. Kaoru no tenía ganas de abrir su teléfono, no quería aparecer en línea para que Adam lo vea. Si mal no recordaba, la estación no estaba tan lejos.

Ni una sola gota de la ansiedad pasada estaba presente en el Kaoru actual. Solo hace unos meses se estaba derritiendo del estrés y la presión que sentía al ir a la casa de Joe. Ahora, su mente estaba en blanco, solo mirando por la ventana; babeando sin siquiera darse cuenta. El esperado sonido de las puertas abriéndose tomó a Kaoru por sorpresa, sacándolo abruptamente del pequeño trance en el que se encontraba.

Aún tiempo después, podía recordar la dirección de Joe. Corrección, no la dirección, si no la forma de llegar. Cada giro en la vereda ya no era un crecimiento exponencial en sus nervios, si no un alivio que estaría más cerca a quien más necesitaba en ese momento.

-¿Kaoru? Por qué estás aquí-

Sin dejarlo terminar, Kaoru se desplomó en el otro, apoyando su cabeza sobre el pecho musculoso de Joe. Sus manos cayeron rendidas a sus costados, colgando como flores marchitas. A respuesta de esto, Joe solo incómodamente intentó poner sus brazos alrededor del cuerpo de Kaoru. Apenas este sintió el tacto del otro, se enderezó con pánico, volviendo a poner su cara siempre seria, solo que esta vez estaba teñida de un rosa profundo.

-Ehem, discúlpame. Vine por... Un consejo.

-¿Tú, pidiendo un consejo? Eso es nuevo... ¡pero totalmente bienvenido! ¿Qué necesitas?

-Es que... quiero renunciar. Al trabajo con Adam.

-Hm, razonable. Te trata como basura, así que está bien que te impongas en contra. Y qué, ¿quieres que hable con él?

-No, no, para nada. Eso solo nos traería problemas a ambos. En realidad solo quería preguntar qué es lo que haría a Adam menos molesto cuando le de las noticias. Le iba a dejar una nota en su escritorio ahora, pero no sé.

-Claro, quién sabe si mañana mismo se aparecerá en tu puerta con un cuchillo para que regreses. Si soy.

-...

A Través de Pinceladas | MatchablossomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora