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BULMA

Después de aquel acercamiento que tuve con Vegeta, su actitud se volvió más fría de lo normal. Si a las justas podía soportar mi presencia, ahora era como si no me soportara. Me evitaba. Si antes ignoraba a Tarble, cada vez que él entraba a su cuarto o quería hablar con él, Vegeta le daba una simple mirada de advertencia y lo alejaba.

No se acercaba a nosotros.

Evitaba nuestra presencia.

En clases, ya no se sentaba atrás de mi asiento como solía hacerlo durante el primer mes, sino que ahora usaba el último.

Venía a la hora que quería. Antes yo solía quedarme hasta las diez para acostar a Tarble y dejar todo listo, pero como Vegeta no venía, tenía que quedarme a esperarlo hasta que venga porque Tarble no quería dormir si no venía. Y el problema era que él venía en la madrugada.

Varios fueron los días donde tuve que madrugar a pesar de que me moría de sueño. Estudié, repasé, investigué varios temas de los cursos para evitar aburrirme y quedarme dormida. Y aunque la pregunta mental de dónde estaban los padres de Tarble y por qué no aparecían me carcomían, me resignaba a cuidarlo.

No debía preocuparme la actitud de Vegeta, ni mucho menos qué estaba haciendo, pero...bastaba ver la preocupación de Tarble para que yo también lo hiciera. A pesar de que solo hayamos hablado raras veces, una parte de mí sí se preocupaba de él.

Solté un suspiro. Miré mi reloj.

11:45 pm y Vegeta no venía.

Esta vez, Tarble había logrado acostarse temprano. Había venido totalmente cansado de la escuela tras haber practicado durante dos horas deporte. Aunque decidió hacerme compañía y cenar algo leve, el sueño le venció.

Dejándome a mí sola otra vez.

No debía sorprenderme, siempre había estado sola. A pesar de tener unos padres con dinero, una madre cariñosa y compresiva, y un padre que te daba todo, no me sentía completa. Mis compañeros antiguos me evitaban hasta más no poder. Asistir a fiestas y eventos donde siempre se te juntan porque tienes dinero y con una hipocresía atroz, no era bueno. Sobre todo, cuando me juzgaban y me miraban raro porque tenía esta maldita enfermedad de bipolaridad. Mis cambios constantes eran vistos como un defecto.

Como una anomalía horrible.

Mis ojos se fijaron en la cuerda que tenía entre las manos, la que estaba atada entre mis muñecas.

Tenía una obsesión con las cuerdas. Especialmente, cuando del cuerpo se trataba.

Empecé a desatarla para luego volver hacer el procedimiento con los pies. No obstante, en el proceso, escuché cómo alguien intentaba abrir la puerta.

Desatando la soga con velocidad, me levanté del sillón y abrí la puerta.

Me topé con aquellos ojos negros de Vegeta.

Ambos mantuvimos la mirada durante unos segundos sin decir nada. Con la oscuridad como panorama, con algunas gotas de lluvia que empezaban a caer, con la luz de las estrellas que nos iluminaban.

Creí pensar por un momento que aquello fue bonito, hasta que vi su aspecto.

Mis ojos se abrieron.

—Ni se te ocurra chillar como una demente, niña.

—¿Qué demonios te hicieron en la cara, Vegeta? —pregunté, preocupada—¡¿Porqué siempre vienes tan tarde?! ¿Qué estás haciendo? ¡Te estás lastimando!

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⏰ Última actualización: Aug 02, 2021 ⏰

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Niña de la escuela (V. B)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora