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Tres años después

Un pequeño niño de tres años estaba intentando tomar un plato de dulces provenientes de un anaquel. El cachorro había empujado una silla hasta que llegó al mueble y luego se paró encima de ella, estiraba su brazo todo lo que podía, se paraba también de puntitas, él quería ese plato de dulces con sabor a soda que Hannie siempre le daba.

Saltó ligeramente y la silla se movió un poco, haciendo que el pequeño jadeara asustado, miró hacia la puerta rápido, pudo haber sonado muy fuerte y podrían descubrirlo, pero al ver que la puerta no se abría, suspiro tranquilo. Muy bien, su papi no llegaba aún, quedaba tiempo para poder seguir intentando.

Jisoo tomaba una taza de café fuera de la oficina, estaba algo cansado y su jefe no tardaría en llegar, aunque conociéndolo sabía que le iba a decir que se fuera a descansar, sonrió divertido, ese alfa siempre pensando en él, en su bienestar y en su cachorro mucho antes que cualquier otra cosa. Dio el último sorbo a su café, cuando escuchó algo romperse, todos los empleados —incluyendo él— quedaron en shock, cuando el omega en cuestión cayó en la cuenta de donde provenía el ruido, dejó todo y fue corriendo hasta la oficina de su jefe.

Abrió la puerta de un sólo jalón, Minghao estaba en el piso con los ojos llorosos, la silla caída y un plato de vidrio roto a unos centímetros del cachorro, Jisoo con miedo se acercó a su hijo y comenzó a revisarlo, buscando si tenía alguna cortada o algo más, afortunadamente no había herida alguna.

— ¿Qué pasó Hao? ¿Qué estabas haciendo?.

Minghao sorbió moquitos y lloró más.

—No había duces papi —dijo llorando.

—Pudo haberte pasado algo Yoon Minghao —le regañó el omega.

El cachorro se sobó su bracito, el cual se pegó al caerse de la silla.

Jisoo lo tomó en sus brazos, y comenzó a sobarle, Minghao se refugió en el pecho de su padre omega, mientras olía su aroma a dulces cerezos, sin embargo, él seguía queriendo los dulces.

—Pidemelos a mí -dijo Jisoo cuando se levantó del suelo y puso a su hijo en el sillón—. No quiero que vuelvas a hacer eso. Aunque no sé porque te sigo dejando solo cuando haces tus travesuras.

«Ahora tengo que recoger el vidrio roto —pensó Jisoo, negó con su cabeza y dio un beso en la frente de Minghao.>>

—Jisoo volteó a ver a su cachorro, sus ojitos volvieron a cristalizarse, pero ahora su carita mostraba arrepentimiento— peldon.

Jisoo sonrió con dulzura.

—Sólo no lo vuelvas a hacer. No quiero que te pase algo.

Jisoo sabía que fue una irresponsabilidad de su parte haber dejado a su niño solo, pero había confiado en que no iba a pasarle nada, creyendo que no había algo que su cachorro pudiese hacer. Pero había olvidado que para Minghao, nada era imposible.

Minghao negó rápidamente con su cabeza, su papi tenía que confiar en él, porque él iba a crecer algún día e iba a proteger a su papi como él lo hacía con él.

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El omega terminó de recoger lo que se había tirado, Minghao estaba jugando con un auto de juguete en el piso, mientras comía algunos dulces sabor a soda, Jisoo había ido por ellos y le había dado sólo algunos cuantos, porque sabía que a Jeonghan también le encantaban.

En la esquina de la oficina había un par de maletas, una grande y otra más pequeña.

Cuando el niño dejó de jugar, le llevó a Minghao el carrito de juguete y él se encargó después de guardarlo, Minghao empezó a dar vueltas, estaba aburrido, y no tenía nada qué hacer. Usualmente se encontraba en casa de sus abuelos por las tardes, y tenía mucho que hacer, como colorear, ver televisión o jugar con su primo, Kwon Seokmin.

Lo nuestro no tiene nombre [Yoonhong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora