Capítulo 1

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-Buenas tardes, señor Willy, bienvenido a la boutique- Habló una voz femenina en el interior de la antigua boutique en el pueblo de Karmaland, saludando al cliente que entraba en la tienda.

-Hola, buenas tardes- Saludó el de cabellos blancos, agitando su mano como saludo y abriendo la puerta de la tienda, adentrándose en ella como ya era habitual.

-Si necesita algo puede preguntar- Comentó la vendedora, observando unos papeles que tenía sobre su escritorio, cosas de trabajo, nada importante.

Willy asintió, empezando a caminar por la tienda.

Solía ir a ese lugar a mirar y comprar la ropa que vendían, o también a platicar con los vendedores, ya que se conocían de tantas frecuentadas al lugar de parte del albino.

Aunque la mayoría lo conocían por la poca "fama" que tenía Willy en el pueblo, ya sea por sus acciones, amigos, por sus diversas habilidades en distintas cosas o por su belleza.

Ya que a decir verdad, Willy era alguien atractivo.

Sea por sus cabellos blancos, su estilo de la moda, su sentido del humor, sus ojos color esmeralda, su cuerpo o su piel blanquecina, lo era para la mayoría de gente.

Pero tampoco era alguien divino, él no se consideraba así, si no más bien como alguien normal, alguien que solía pasar desapercibido muchas veces, a pesar de todo lo comentado anteriormente.

Al estar dentro de la tienda, el de boina empezó a pasearse por los pasillos de ropa que tenía esta, observando los zapatos, camisas, pantalones, sombreros y demás.

Aunque su atención se desvío completamente al ver a una nueva persona entrar a la tienda.

Era uno de los otro chicos que solía frecuentar la tienda, Fargan.

-Hey, ¿Se puede entrar, señorita?-Preguntó el castaño, recostándose en el umbral de la puerta, sonriendo con esa típica sonrisa burlona y atractiva que siempre tenía.

-Claro que sí, Fargan, buenas tardes-Sonrió la vendedora, alzando su mirada hacia Fargan y jugando con un mechón de su cabello de forma coqueta.

Fargan entró a la tienda sin percatarse de la presencia del albino, el cual le miraba de reojo con una sonrisa atontada mientras fingía que revolvía ropa.

La verdad es que hasta Willy se avergonzaba de su actitud, pero no la podía controlar al estar a un lado de Fargan.

Sí, Willy estaba enamorado de Fargan.

Fue hace un tiempo que empezó a sentirse así al estar cerca de su amigo, al recibir sus halagos y coqueteos sus sentimientos se presentaban más y más.

Pero el de boina nunca se atrevió a confesarse, tenía miedo de arruinar la amistad, como muchos otros.

El castaño era un muy buen amigo y compañero de crimen, siempre sabía cómo hacerte reír y subirte el ánimo de alguna u otra forma.

Él siempre estaba ahí para ti, aunque no quisiera admitirlo.

Era una excelente persona, a pesar de las macanas e ilegalidades que podía mandarse de vez en cuando.

Pero eso es normal, un poco de maldad no le hace mal al alma, no?

-¡Willy, compañero!-Ese llamado sacó al albino de sus pensamientos, lo irónico es que era el mismo chico que los estaba causando.

-¿Uhm?...¡Fargan! ¿Que tal todo, tío?-Saludó el de boina al moreno, agitando su mano y dejando la ropa que estaba mirando a un lado, volteando a ver a su amigo mientras sonreía con sus ojos achinados.

-Hombre, todo bien, últimamente todo está calmado aquí por el pueblo, ¿Y tú que tal?- Preguntó Fargan, observando a el más bajo con sus ojos color chocolate que tanto le gustaban a Willy-

-Todo bien también, pues hace mucho que no ponemos alguna minita, vendría siendo tiempo, ¿No?- Preguntó el de boina.

-Bueno, eso cuando quieras, Willy-Bromeó el castaño, finalizando la pequeña conversación que tenían para empezar a buscar algo de ropa, pues para eso había ido a la boutique.

Pero Willy se encontraba observando de arriba a abajo a su amigo, se veía incluso mejor que siempre.

Su piel morena brillaba con la luz de la tienda, sus cabellos y ojos color chocolate seguían igual de llamativos y despreocupados, su ropa extravagante, todo parecía estar más bonito que de costumbre.

Y Willy empezaba a cansarse de tener que ocultar los sentimientos que sentía por Fargan.

Tenía que confesarse, de alguna manera u otra, pero tenía que hacerlo, no podía permitir que le quitaran a Fargan de sus manos.

Tenía que confesarse, de alguna manera u otra, pero tenía que hacerlo, no podía permitir que le quitaran a Fargan de sus manos

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¡Hola! Aquí les dejo el primer capítulo de mi primera historia.

Bueno, algunos sabrán que no es la primera. Tuve una anteriormente, pero la cancelé. Así que para compensar empezaré a escribir esta nueva historia, que esta vez sí estará completa y terminada, lo prometo.

Cuídense, nos leemos más tarde.

¡Chao chao! //

784 palabras

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