Capítulo 5
-Wow, nada mal-
-Se ve desgastada, pero nada que no pueda arreglar la magia-
-El jardín es muy amplio, me gusta-
Mientras Venelana, Yasaka y Grayfia hablaban, Naruto dejó de escuchar y se centró en la estructura que se alzaba frente a ellos.
Una casa.
Una casa antigua, de grandes dimensiones, baja y ancha. Los muros estaban recubiertos de enredaderas que se enroscaban sobre sí mismas, y en algunas partes, ya no se veía la piedra de la fachada; las plantas la habían recubierto prácticamente toda.
Cada objeto alrededor de la casa también había sido atrapado por las redes de la naturaleza, cubriéndolos con enredaderas y algunos otros tipos de vegetación, además de variados tipos de musgo en hermosos tonos verdosos. Cada minúscula parte del jardín había sido invadido de forma elegante y detallada, como quien crea una obra de arte.
La puerta principal estaba estreabierta, y más allá solo había polvo y tinieblas.
La casa era de Grayfia, y se hallaba en una parte del vasto territorio que los Maou le habían regalado como muestra de gratitud por su ayuda en la guerra civil.
-(Hmm)- Naruto cerró los ojos durante un largo rato y oyó el suspiro y el siseo de las hojas, el chirrido agudo de los insectos, y la distante conversación de los pájaros.
Era un ambiente muy relajante, a pesar del pésimo aspecto de la casa.
En eso sintió el toque caliente de una mano en su hombro. Abrió los ojos y vio a Venelana señalando hacia delante.
-Grayfia y Yasaka ya han entrado a la casa, vamos-
El ojiazul asintió y la siguió.
Naruto debía admitir que la impresión que daba la casa por dentro no era mejor que su exterior. El piso estaba todo cubierto de insectos muertos haciéndose pedazos de quitina iridiscente bajo los tapices de telaraña, y de polvo, tanto que no se escuchaban sus pasos, y las maderas de la escalera y del piso parecían tan viejas que un solo golpe podría destruirlas. Había una lámpara colgada de la pared, cerca de la puerta, que en otro tiempo habría debido alumbrar muy bien. A los pasamanos de la escalera les faltaban varias partes y algunos escalones estaban rotos.
Naruto sintió un escalofrío recorriéndole la espalda -(Este sitio se ve espeluznante...)-
Venelana sonrió mientras generaba en su mano derecha una pequeña bola flotante de fuego para iluminar los alrededores. Sabía perfectamente lo que estaba pasando por la cabeza de Naruto -Tranquilo, Naruto-kun, no tengas miedo, aquí no hay fantasmas-
El rubio se sonrojó de vergüenza y volvió la cabeza bruscamente hacia ella -¿Yo miedo a los fantasmas? Jajajaja, por favor....-
Venelana levantó una ceja, dándole a entender que no le creía.
Naruto suspiró internamente, y apartó la mirada de Venelana. En su intento de salvar su orgullo se había olvidado de que ella sabía todo de él, conocía su fuerza, su debilidad, sus secretos, y sus miedos más claros.... Eso era algo que todavía le costaba asimilar. -De acuerdo, lo admito, tengo miedo a los fantasmas porque no puedo defenderme contra ellos, son incorpóreos.... mis puños no servirían de nada-
Venelana sabía muy bien que también había otro motivo por el que Naruto tenía miedo a los espíritus. El rubio había crecido solo, sin cariño, sin padres, sin familia. En su niñez, cada vez que tenía una pesadilla o en una noche de tormenta, nadie estaba allí a su lado para consolarlo. No había nadie que lo abrazara, nadie que alejara el terror de él y le dijera que todo estaba bien. De ese modo es muy difícil que alguien supere sus miedos. Pero por suerte para Naruto, él logró superar un poco su temor desde que comenzó a vivir junto a Hinata.