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Cuando era niño me caí de uno de los árboles del jardín de mi casa después de haber querido llegar a la copa, así que me rompí la cabeza y terminé en el hospital por media semana

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Cuando era niño me caí de uno de los árboles del jardín de mi casa después de haber querido llegar a la copa, así que me rompí la cabeza y terminé en el hospital por media semana.

Sin embargo, los doctores aseguraron que después de que los puntos de mi cabeza se absorbieran yo quedaría perfectamente bien, sería un cachorro sano una vez más; sin secuelas ni daños permanentes... pero justo en este momento, después de haber confundido el aroma de un alfa con el de un omega, comenzaba a dudar un poco de la credibilidad de aquellas palabras.

—¿En serio estás diciendo la verdad? —pregunto incrédulo.

El chico rubio frente a mi alza una ceja y se cruza de brazos, impaciente.

—Que si. ¿Qué te hace creer que miento? —dice en tono molesto.

—Nada, o bueno. Es que, ¿de verdad eres un alfa? —Bueno, si. Insisto demasiado, y probablemente si yo fuera él ya estaría harto de la misma pregunta.

—Escucha, no tengo tiempo para esto. Aún me esperan dentro —alega él y señala a un chico castaño dentro de la heladería en la que lo atendí diez minutos antes de que el turno que cubría terminara.

Cuando da un paso dispuesto a irse, sujeto su antebrazo con mi mano y lo obligo a mirarme una vez más. Lo suelto de inmediato y me avergüenzo de mis propias acciones irracionales.

—De cualquier manera podemos salir... es decir, podemos ser amigos, ¿no? —propongo yo, porque mi metida de pata al tratar de invitarlo a salir conmigo en una cita al creer que era un omega no había resultado exactamente bien.

Se ríe con ganas y me barre ligeramente con la mirada. —¿Por qué tendría que aceptar?

Me lo pienso por un momento antes de contestarle. —¿Por favor? —digo y me muerdo la lengua esperando que diga que sí.

—¿Ya nos iremos? —cuestiona entonces una vocecita aguda desde la entrada del local. Su acompañante, el chico castaño, se acerca con cautela hacia nosotros, se cuelga del brazo del chico rubio frente a mi, y después me sonríe de forma inocente.

Ah, ¿tiene un omega, entonces? No debería desanimarme, de cualquier modo era de esperarse que alguien tan lindo como él tuviera pareja.

—Dame un momento, Kwannie —pide mi chico. Es decir, el chico.

El castaño asiente y se esconde detrás de la espalda del rubio; intuyo que es menor que nosotros dos de inmediato aunque no parece para nada intimidado.

—Quizás estoy molestando mucho, ¿no es así? —me burlo de mi mismo y rasco mi nuca de manera frenética y nerviosa, buscando la forma de salir de la situación. Esto está mal, todo está mal. No puedo pensar así por un alfa. —Será mejor que los deje ahora, no querría que...

—Mi nombre es Jeonghan —se presenta de pronto, y mi mirada vuelve hasta sus precioso ojos —, pero todo me dicen Han.

—Nadie te dice Han —murmura el pequeño omega castaño desde su espalda, y suelta un quejido cuando el rubio le da un ligero codazo nada discreto.

—Soy Jisoo —le digo entonces yo, sin poder ocultar mi sonrisa.

Alza las comisuras de sus labios, tan poco, que me pregunto si ha sido intencional o no.

—Regresaré mañana, a la misma hora.

Asiento cuando me doy cuenta de que ha aceptado implícitamente la salida.

Después los veo a ambos alejarse con calma.

Después los veo a ambos alejarse con calma

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alfa² / jihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora