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—¿Quieren dejar de hacer eso? —se queja Mingyu y, por consecuencia, desvió mi mirada de la televisión hasta donde sus ojos apuntan, directo a las manos entrelazadas de Soonyoung y Minghao que están en el sofá de un lado

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—¿Quieren dejar de hacer eso? —se queja Mingyu y, por consecuencia, desvió mi mirada de la televisión hasta donde sus ojos apuntan, directo a las manos entrelazadas de Soonyoung y Minghao que están en el sofá de un lado.

—¿Hacer qué? —cuestiona Minghao.

—Eso —responde el moreno y señala a ambos —. Las muestras de afecto.

Termino soltando una carcajada por la mueca y Minghao se limita a rodar los ojos.

—Solo estamos tomando nuestras manos. Admite que desearías tener a un omega, mejor —parlotea Soonyoung.

Mi risa muere con esa palabra y muerdo mi labio mientras miro de soslayo a Minghao y escucho a lo lejos la voz de Mingyu reprochando.

Omega.

¿Por qué debía de ser tan raro que un alfa no quisiera a un omega (incluso a un beta) sino a otro alfa?

En mi mente aparece una vaga imagen de Jeonghan, con su cabello claro, piel pálida y su sonrisa perlada.

¿Sería muy malo que en realidad me gustara tanto como para abandonar los prejuicios? ¿Qué dirían mis padres de él si lo supieran?

—¿En qué piensas? —pregunta Soonyoung y vuelvo a la realidad cuando agita su palma insistentemente frente a mis ojos.

—Apuesto lo que sea a que se trata de ese alfa rubio —interrumpe Mingyu con media sonrisa.

Ni siquiera lo trato de negar, de cualquier manera mis mejillas ardientes en vergüenza me delatarían.

—Lo siento —digo.

—¿Por qué? No lo sientas —regaña Minghao —. Está bien que te guste tanto, aunque tampoco parecías muy feliz de pensar en él —asegura, inclinándose levemente hacia mi.

—Pensaba en que es un alfa. Y yo soy un alfa —comienzo y suspiro —. No se supone que debería gustarme.

—Tonterías —vuelve a hablar Minghao —. Puede gustarte quien tú quieras. No le hagas caso a lo que dicen los demás.

—Hao tiene razón; mírame a mi. Si hubiera creído lo que decían acerca de él jamás lo hubiera invitado a salir —dice Soonyoung.

Mingyu se acomoda a mi lado y se estira antes de darme unas palmadas en la espalda.

—¿Y qué decían de mi? —indaga el omega.

—Nada que haya importado —se desliza Soonyoung.

Minghao hace una mueca y rueda los ojos. Mingyu me da una palmada en la espalda y me sonríe.

Entonces pienso que no puede ser tan tan malo gustar de otro alfa.

Entonces pienso que no puede ser tan tan malo gustar de otro alfa

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alfa² / jihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora