Capítulo 7

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Cogí un permanente negro y escribí “Para Alice” en el CD con la mejor caligrafía que pude. Lo metí en un sobre de color rojo y después de cerrarlo, me lo metí en el bolsillo trasero del pantalón. Hice ademán de abrir la puerta de mi habitación cuando caí en la cuenta de que si salía por la entrada, lo más probable sería que Kate me viera y me bombardeara con mil preguntas. Así que, me di media vuelta hacia la ventana y la abrí con mucho cuidado, intentando hacer el menor ruido posible. Saqué una pierna, y a continuación la otra, dejándolas colgando a dos metros del suelo. Me impulsé hacia delante dando un pequeño salto y aterricé en el jardín haciendo un leve ruido al pisar la hierba mojada. Desvié la mirada hacia la ventana de mi hermana para asegurarme de que no se había percatado de nada; vía libre.

Cuando ya podía visualizar la casa de Alice al final de la calle, los nervios empezaron a apoderarse de mí, y muy apunto estuve de marcharme y volver a mi casa si no fuera porque justo en aquel momento, mi mejor amiga Julia, decidió llamarme:

-¿Ya está?- Me preguntó nada más descolgar. Posé la mirada en la puerta de la entrada y me pasé la lengua por los labios. -¿Rob? ¿Estás ahí?

-Te escucho.- Me limité a decir.

-¿Y bien?- Insistió ella.

-No sé.- Me pasé la mano por el pelo y después por la cara, presa de los nervios. –Quizás no sea una buena idea.- Acabé diciendo.

-Rob…venga, hazlo, sin pensar.

Negué con la cabeza.

-¿Y si la cago? ¿Y si…- Hice una breve pausa pensando en todas las horribles consecuencias que aquello podía traerme. -…se va todo a la mierda y deja de hablarme?

-Vamos a ver, escúchame: si de verdad le importas, no dejará de hablarte.- Intentó tranquilizarme. –Además, ¿quién te dice que no saldrá bien?

Suspiré.

-No sé Jul..

-Hazlo.- Me cortó ella zanjando el tema.

Cerré los ojos y respiré hondo.

-Vale, allá voy.- Mi mejor amiga soltó un pequeño grito de alegría al otro lado de la línea. –Nos vemos el sábado.- Dije, y colgué.

Me metí el móvil de nuevo en el bolsillo y armándome de valor, eché a andar hacia la entrada de la casa de Alice. Toqué el timbre varias veces, pero nadie me abrió. Golpeé la puerta con los nudillos en un último intento:

-¿Alice?

Nada. Retrocedí varios pasos y alcé la cabeza; no había luz en su habitación.

-Mierda.- Maldije entre dientes al ver que no había ni rastro de luz en toda la casa. Saqué el sobre del bolsillo y lo miré por varios largos segundos pensando en qué hacer con él. Tenía claro que no había ido hasta allí para nada, y después de haber tomado la decisión de arriesgarme, tenía que hacérselo llegar fuera como fuese. Así que le di un beso al sobre y sin pensármelo dos veces, lo metí por el hueco de debajo de la puerta.

Sentía la respiración de Scott muy cerca, notaba cómo los soplos de aire chocaban contra mi rostro y cómo mi corazón se aceleraba al igual que mi respiración. Di un paso atrás, con tan mala suerte que resbalé con algo, pero no llegué a caer, ya que los fuertes brazos de Scott estuvieron ahí para sujetarme.

Dulces SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora