La vida de Gwendolyn Swan nunca fue fácil, siendo bruja debía odiar a los vampiros, pero contrario a su deber se enamoró.
¿Stefan o Edward?
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Hola soy Mayra, y vengo otra historia crossover, espero que les guste :)
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Arrugando su pequeña nariz y haciendo una mueca, Gwendolyn jaló su mochila fuera de su casillero con fuerza. Eran las siete de la mañana de un lunes, pero había llegado temprano debido al nuevo horario de Charlie en la comisaria.
—estúpida mochila.
Jalándola con fuerza una vez más, su mochila salió disparada fuera de su casillero cayendo estruendosamente en el suelo.
—¡Genial! —Gwen alzó sus brazos con falsa alegría, antes de mirar el pasillo vacío curiosa— Son las siete de la mañana, no hay nadie.
Bajando la mirada hacia su mochila sonrío como el gato de Alicia, recitando un hechizó para hacerla flotar y seguirla hacia el salón donde seria su primera clase.
—sígueme.
Girando sobre sus pies mientras cerraba su casillero, la castaña-pelirroja caminó por el pasillo vacío alzando su cabeza como si estuviera en una pasarela.
Pero, grata fue su sorpresa cuando al doblar la esquina se cruzó con el director y reaccionando rápido, se giro agarrando su mochila, para jalarla al suelo como si pesara demasiado.
—muchos libros. —comentó Gwen levantándose y colgando su mochila marrón en su hombro derecho con una falsa sonrisa.
El director parpadeo extrañado mientras señalaba a su lado.
—pero- pero parecía que tu mochila iba... —movió su mano— flotando detrás de ti.
—ja ya quisiera. —rodó sus ojos divertida antes de pasar por su lado y correr a su salón.
—pero yo-. —el director se señaló con culpa— Es la última vez que le compro medicinas a un vendedor ambulante.
Cuando la joven bruja llegó a su salón de Lenguaje suspiró al dejarse caer en su silla habitual, dejo en la silla de Angela su mochila y pasó sus manos por su cara.
—Gwen... el director se va volver loco por tu culpa.
Quitando sus manos de su rostro miro hacia la puerta de la salida.
—bueno.... tampoco es que sea mi problema.
Alzando sus manos con inocencia, soltó una risita antes de sacar su celular de su bolsillo, notando así que habían pasado veinte minutos desde su llegada al colegio.
