Capítulo 6

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El yate surca el océano velozmente. Frente a nosotros no hay nada más que el mar abierto y el cielo estrellado fundiéndose uno con el otro.

— ¿Cómo sabes hacia dónde nos dirigimos? —le pregunté sentada a su lado mientras lo observo maniobrar el yate como si estuviese conduciendo su auto.

—Ven aquí. —dijo tirando de mi y haciendo que me siente entre sus piernas.

El timón queda justo entre mis piernas. Tomó mis manos y las colocó en el timón junto a las suyas.

—Ves esta pantalla, es un GPS. Tiene programada la ruta y te da una alerta cuando te sales del curso.

— ¿Hacia dónde vamos? —pregunté con curiosidad.

— ¿Alguna vez has visto un mar de estrellas? —me susurró en el oído.

—No. No creo que exista tal cosa. —le contesté, pero sentí a Daniel reírse detrás de mí.

—Perfecto, seré el primero que te lo muestre.

Cerca de las 11:00 pm, comenzamos a aproximarnos a una isla. El trayecto ha durado dos horas y veinte minutos pero no me he percatado, hasta que he visto la hora en una de las pantallas del panel.

Entonces Daniel detuvo el yate y se quedó mirándome fijamente.

—Necesito vendarte los ojos.

— ¿Para qué? —pregunté intrigada.

—Es una sorpresa. —me dijo mientras me mostraba una corbata.

La misma con la que me había amarrado las manos en el apartamento. Tragué en seco. ¿Qué se trae entre manos? Asentí con la cabeza. Fui a sacarme las gafas, pero él me detuvo.

—No es necesario. —me dijo mientras yo me dejaba vendar los ojos.

No puedo ver absolutamente nada. Daniel arrancó el yate nuevamente y cinco minutos más tarde nos detuvimos una vez más.

—Espera aquí. —me dijo mientras sentí sus pasos alejarse de mí.

Y allí me quedé, sentada esperando que el regresara sin tener ni idea de que iba todo esto. Sentí la puerta abrirse.

—Listo, vamos. — dijo tomándome por las manos.

Daniel iba guiándome todo el trayecto por el pasillo del costado del yate.

—Bien, sujétate—me dijo colocando mi mano en un pasamanos—. No te sueltes—lo sentí separarse de mi—. Estira la otra mano hacia adelante—hice lo que me pidió y el me sujetó—. Ahora salta hacia adelante.

Salté hacia adelante y me estrellé contra su pecho con una carcajada.

— ¿Hasta dónde debo caminar con los ojos vendados?

— ¿Quien dijo que vas a caminar? —en ese instante Daniel me cargó en sus brazos.

Daniel camina conmigo, sin yo poder saber hacia dónde nos dirigimos. Puedo sentir el resonar de sus pasos sobre el suelo de piedra. Hasta que en un momento dejé de sentir el sonido de sus pasos, pero el continuaba caminando. Puedo sentir el resonar de las olas rompiendo en la orilla, así que supongo que va caminando por la orilla de la playa. Caminó cerca de diez minutos y entonces se detuvo.

—Te voy a quitar la venda, pero no los abras aún. —dijo mientras me bajó.

Apoyé mis pies en la arena, aún con los ojos cerrados, mientras él me quitó la venda de los ojos. Sentí la mano de Daniel en mi tobillo, sacándome los zapatos. Me apoyé en su hombro mientras me quitaba primero uno y después el otro. La arena debajo de mis dedos se siente fría y húmeda. El aire cálido golpea mi rostro y me alborota el cabello.

Price© ✔️(+18) #2 La MisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora