Capitulo 11: Sentimientos encontrados.

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Bin se adaptaba a la vida en Corea con mayor facilidad de lo que se había imaginado. Por las mañanas Dogmin iba al trabajo y regresaba después de las 2 p.m.  para pasar el resto del día con él; cuando había demasiado trabajo acumulado y no podía regresar a tiempo a casa Bin visitaría su familia o llamaría a Minhyuk y Sanha para pasar el rato.

Relativamente todo marchaba casi perfectamente, si no fuera por el hecho de que Bin sentía una masa de confusión en sus entrañas, por fuera se mostraba tranquilo pero por dentro había todo un caos que intentaba devorarlo.

Había comenzado al día siguiente de haber llamado a Dogmin su "alma gemela". Si bien esto no debería haber sido un gran problema, para Bin fue la apertura para comenzar a notar cosas que antes podía pasar fácilmente desapercibidas.

Como el hecho de que la primera vez que se había encontrado con Dogmin había pensado que era el ser más hermoso y perfecto que jamás había visto sobre la tierra, aunque estaba seguro que cualquier persona pensaría lo mismo. Lo segundo, era como el toque de Dogmin se sentía tan bien, cualquier caricia de Dogmin ardería sobre la piel de Bin y el calor tardaría en irse; el como amaba la voz de Dogmin cuando le hablaba suave para tranquilizarlo, la mirada llena de cariño que le daba cuando creía que Bin no lo estaba viendo.

Había tantas cosas similares que había notado desde que estuvieron juntos en Italia, pero Bin las había atribuido a sentirse así por Dogmin por ser la primera persona que lo encontró y presentarse como su mejor amigo. Pudo ignorar todas esas cosas maquillándolas de algo más y no querer indagar más por temor a lo que encontraría.

Ahora volvía a ser dolorosamente consciente de todo lo que Dogmin provocaba en él y lo tenía enredado en un torbellino de angustia y confusión. Cabía la posibilidad de que su yo del pasado hubiera estado enamorado de Dogmin y nunca tuvo la oportunidad de confesarse; el Bin del presente estaba en el mismo barco al empezar a sentir esta atracción hacia su mejor amigo, pensó que tal vez los tontos nunca aprenden de sus errores, y menos si pierden sus memorias.

Al mismo tiempo se sentía terrible por tener estos sentimientos, Dogmin había sido tan amable y comprensivo con él a pesar de que Bin sólo había sido una carga hasta el momento; pensar en Dogmin de manera romántica sólo traería más pesadez para el otro a su relación. Esperaba que el otro no notara sus sentimientos, estaba seguro que si Dogmin se enteraba de sus sentimientos los aceptaría con tal de que Bin no sufriera, el no se podía permitir ser más egoísta con Dogmin de lo que ya era, no podía darle más carga.

Suspiró con cansancio, se había metido en una maraña de pensamientos que lo agotaban. Llevó su mano hacia su pecho dónde encontró el anillo colgando de una cadena, tocarlo le ayudaba a calmarse, había comenzado a usarlo de esa manera después de encontrarse con Dogmin.

Este anillo era una prueba de lo preciosa que era la relación de ambos, Bin pensó que lo que tenían ya era bastante especial, no debía ser más codicioso que eso, le debería bastar con permanecer al lado de Dogmin como el mejor amigo que era.

Suspiró, otra vez se estaba hundiendo en la confusión. Lo mejor sería despejarse antes que Dogmin regresara, era temprano así que podía llamar a los chicos para salir con ellos, aunque Bin no se sentía con ánimos de eso; vio a su alrededor, el departamento se había desordenado un poco en la última semana, pensó que limpiar le ayudaría a aclarar su mente, así que se puso manos a la obra.

Inició con la cocina lavando todo aquello que estuviera sucio, ordenando la lacena y sacando los desperdicios del refrigerador. Siguió con la sala, luego con las habitaciones, hasta que entró a un cuarto que parecía estar destinado como almacén, había cajas apiladas y algunas tenían polvo, Bin decidió que era un buen sitio para limpiar y aprovechar el tiempo sin pensar en más cosas.

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