Mercader

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Medio día, una de muchas oficinas en ciudad Kiriza, Si tuviéramos que evaluar el lujo de la habitación, esta se situaría por encima de la media, contaba con lo absolutamente necesario que debería tener, un librero de fondo, una mesa llena de papelería, silla de trabajo, sillas para los invitados, todos muebles de excelente calidad.

Daba esa sensación de que la habitación ya era una oficina de trabajo antes de arreglar los muebles, probablemente la persona que decidió la decoración simplemente había dado la orden, quiero que se vea como una oficina de trabajo. Y probablemente este era el resultado, aunque no había ahorrado en gastos al crear esta habitación, claramente se podía decir que la persona en cuestión era del tipo que ponía los buenos resultados por encima de todo.

En este momento el dueño de la habitación se encontraba sentado con el ceño fruncido, el nombre del hombre que se encontraba de mal humor era, Malakas, él era un hombre de composición robusta, tenía una barriga abultada que declaraba la buena vida que llevaba, su rostro mostraba una edad cercana a los 40 años.

Daba esa sensación de que podría sacar lo mejor de ti si sonriera, usaba una bata blanca con adornos dorados, unos zapatos puntiagudos y un pequeño sombreo a juego, probablemente si preguntaras a personas al azar a que se dedicaba el hombre, todos te dirían que es un comerciante.

De forma efectiva tendrían razón, ¿por qué un hombre como este estaría tan molesto apenas siendo medio día? Bueno, por la razón más común, su mañana fue bastante decepcionante.

―Que pérdida de tiempo.

Malakas no pudo evitar decir esas palabras, hace dos días el líder del gremio de comerciantes lo había invitado a él y otros pocos comerciantes a reunirse con el gobernante de la ciudad, él no había podido estar más emocionado por esta buena noticia, reunirse con el conde Romante, le permitiría expandir sus conexiones, asegurando muchos negocios futuros, esta era mucho más importante para alguien como él.

Hace apenas tres meses se había mudado del reino unido de Kinjing a esta ciudad en el imperio Suiset, aunque su negocio no había ido mal en su tiempo en el reino, él había decidido que debía expandir sus horizontes si deseaba crecer más, y así fue que se mudó. Los primeros meses hizo lo que tenía que hacer, mostro su buena voluntad en el gremio de comerciantes y envió saludos a los nobles de la zona para mostrar sus respetos, pero quien pensaría que devolverían su amabilidad de esta forma.

Solo de recordarlo Malakas apretaba sus puños con fuerza, pensando un poco no podía evitar pensar lo infantil que eran sus pensamientos, mostrar buena voluntad no asegura que las personas la devolverán.

La primera señal que debería haberle dicho que esto no era una buena noticia fue que la reunión surgió de la nada, había hecho su investigación correspondiente y la fecha de la reunión no estaba marcada como un evento recurrente, en pocas palabras, no era común. Como casi todas las noticias inesperadas, no podía ser algo bueno si surgió de repente.

El segundo punto a tener en cuenta eran las personas invitadas, solo comerciantes menores habían sido invitados a la reunión, si la reunión era algo bueno tendrían que haber invitado a otros comerciantes más grandes también, Malakas solo pudo sacudir su cabeza al pensar en esto, él había querido creer que las cosas buenas también podrían pasarle, pero simplemente el mundo no funcionaba así.

Malakas cerró los ojos.

―Dejen les doy la bienvenida a todos nuestros estimados invitados.

El conde Romante levanto su copa y dirigió su vista a todos los comerciantes reunidos, luego dio media vuelta y volvió a dirigir la palabra a su invitado.

―Permítanme presentarles al sacerdote de la iglesia de la luz el señor Fernando.

El sacerdote levanto su copa con agua y se dirigió a los presentes.

Señor de la fortalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora