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La primera vez que vio en acción a la mocosa fue el año pasado durante la celebración del festival deportivo de Yuuei. El mismo festival en el que participaba siendo un estudiante y el que siempre gano por tres años consecutivos.

Mirko le había pedido que asistiera como representante de la agencia ya que ella tenía una misión bastante importante en una de las prefecturas más lejanas del país, así que el como el segundo al mando le tocaba ir. A regañadientes, y bajo amenazas de perder varios bonos de su sueldo, el rubio asistió a su antigua escuela.

Fue recibido con muchas felicitaciones por su arduo trabajo y excelentes habilidades como héroe. Aizawa le entregó las credenciales necesarias para poder ir a su puesto como espectador y gracias a la importancia de la agencia fue colocado entre las primeras filas para poder observar a los estudiantes. Todo mientras el rubio llevaba el ceño fruncido como cuando era estudiante.

"Maldita sea, conejo. Debería estar trabajando no estar viendo malditos mocosos jugando entre sí."

Con los brazos cruzados sobre su pecho mantuvo su vista en la pantalla donde se transmitían los esfuerzos por los niñatos para lograr llegar en primer lugar. La cerrera comenzaba y había varios quirk que eran interesantes y otros tanto que rayaban en lo absurdo, desde su perspectiva.

"Es tan bajando los estándares de quirk en esta maldita academia. Después uno tiene que arrastras a los inútiles."

El primero en llamar su atención fue un niño que recordaba haber visto en una de las fiestas de aniversario que solían hacer en la agencia. —El hijo de Endeavor. —Comentó a nadie en particular— Bien, parece que esta no será una pérdida de tiempo.

Había más niñatos interesantes; una que parecía un alíen de tez rosa, otro con un quirk eléctrico, un chico de cabellos rojos que endurecía el cuerpo y una chica que parecía rana. Todos demostrando su poco control sobre sus habilidades, dejando ver claros errores de novatos, estupideces de niños.

Finalmente llego la parte que quizá salvaría su día del aburrimiento: los combates uno a uno.

Presto la mayor cantidad de atención que pudo, o al menos lo intento por los primeros diez segundos, después perdió el interés al prever quien ganaría cada combate. No había nada de real interés. Ya habían pasado cuatro combates y la exasperación ya lo embargaba. Estaba a punto de irse, valiéndole madre los posibles regaños y atentados contra su salario de parte de su jefa, cuando escucho la voz encolerizada del héroe número uno clamando el que supuso era el nombre de su hijo.

— ¡Shoto!

—Maldito viejo escandaloso. —Regreso su mirada al ring al que dos alumnos subían— Tsk.

Kacchako Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora