El Castigo

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-Eh...- no sabía que contestar.

-Sube al auto.- dijo serio, haciendo un movimiento con la cabeza para que subiera. Bajé la cabeza, y caminé hacia el auto.

Abrí la puerta del copiloto, y esperé a que Jorge subiera, subí un pie al auto, pero rápido lo saqué y comencé a correr.

Jorge se dio cuenta, y comenzó a correr detrás de mi. Era una persecución más larga que la primera, ya que llevaba tenis, y me era fácil correr. Estaba exhausta, llevaba 10 minutos corriendo a mi máximo.
Perdí a Jorge de vista en el fraccionamiento, ahora no sabía que tan lejos de la entrada del mismo estaba. Me recargué en una pared, e intenté recuperar aire. Saqué ligeramente la cabeza, para ver si no veía a Jorge, no lo veía. Volví a recargarme contra la pared, y di un suspiro. Comencé a caminar en reversa, para comenzar a correr y buscar la entrada de nuevo, cuándo alguien me derriba. Jorge.

-¿Esto va a ser costumbre entre nosotros?- preguntó sobre mi, deteniendo mis muñecas con sus manos, intentando recobrar el aliento.

-Si me dejaras volver a casa, ¡No!- le grité intentando quitarlo de encima.

-Entonces, creo que si será costumbre.- dijo riendo, a mi se me escapó una pequeña sonrisa.

-Me haces castigarte, Martina.- dijo mientras pasaba su nariz por mi cuello.

Sabía que su castigo no era no dejarme ver televisión.
Yo solo negué con la cabeza, y el rió, y se puso de pie.

-Ya lo pensaré, pero esto no se va a quedar así.- dijo guiñándome un ojo, y tendiendo su mano para ayudarme a pararme.

Me llevó de la mano hasta el auto, para que no escapara de nuevo. Me sorprendía que como cualquiera hubiera esperado, no me golpeara, o gritara, si no, rió. Reía de todo, eso me gustaba.. y sus ojos, y su sonrisa.. alto, ¿en qué estaba pensando? Me tenía "secuestrada" y era su esclava sexual, no podía empezar a.. gustarme.

-¿Qué tanto piensas?- preguntó mientras manejaba el corto recorrido de dónde dejó su auto, a casa.
Tarde un poco en contestar.

-N..nada.- no preguntó nada más, hasta llegar a la casa.

-Listo, baja.- dijo mientras bajaba del auto.
Entré a la casa, y puso sus manos sobre mi cintura.

-Lo pensé, creo que no te vas a salvar del castigo.- dijo mientras besaba mi cuello.

-Por favor, no.- dije en un susurro.

-Tini, ya te dije ayer, eres mía, puedo hacer lo que quiera contigo.- dijo dándome la vuelta, para tenerme de frente, y cargarme hasta su habitación.

Todo Cambia En Un Minuto (jortini) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora