(◍•ᴗ•◍)❤ Advertencia va a ser una historia YAOI
Enkidu es un jovencito que es constantemente molestado y menospreciado por su entorno. Culpando a sus cabellos verdes, que odiaba y maldecía con regularidad. Esa acción lo aislarse y tener un carácter...
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En el momento oportuno, nuestro plan llevaba como resultado la perfección. Siduri le informo a Gilgamesh que iría a visitar a Ereshkigal. En un principio se negó, pero termino aceptando muy a la fuerza.
Cuando por fin salimos de Uruk, Shamhat nos llevo al pueblo que se encontraba entre Uruk y Babilonia. Tuve que llevarlas flotando conmigo para no perder tiempo.
Una vez en el lugar, ellas dos me indicaron que entrara a aquel bar, donde el supuesto dios menos, se encontraba. Tome una bocana de aire y lentamente abrí la puerta de aquel bar.
Entre de la forma más calmada y natural que pude, para no levantar sospechas. Aunque con mi vestimenta no se prestaba tanto, pues me veía un poco extravagante. Al hacerlo, la puerta se cerro detrás de mi por si sola. Sin embargo, al dar mi primer paso un charco de sangre se encontraba recibiéndome.
Con forme mis pasos me llevaban al fondo, los cadáveres de aquellos hombres que claramente solo iban por un trago, se encontraban formados en dirección a la barra del cantinero. Al llegar ahí, aquel tipo del que reconocí su rostro al instante, por la pintura que Ereshkigal se encontraba sujetando al ultimo hombre vivo por el cuello.
Como hice un poco de ruido, aquel pelinegro de largos cabellos giro su rostro hasta mi dirección. -Qué rápido me enviaron a esta hermosa mujer -dijo al posar sus ojos en mi. Su voz causaba un enorme terror, ya que era suave y juguetona, pero desbordaba lo hostil.
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-¿Quien eres? -pregunte fingiendo desconcierto.
Aquel tipo era hijo de las deidades Enlil y Ninlil, es muy conocido por llevar males a las ciudades que toca por sus plagas. Además, se le llego a temer por su prepotencia a la hora de exigir mujeres.
-Vaya, eres peculiar... -dijo al acercarse- tu cabello es extraño, pero tus ojos... -sujeto mi mejilla para verme mejor- tus ojos son encantadores, están llenos de amor, pero sobre todo de preocupación
-¿Qué? -pregunté asombrado.
-No importa, ahora te convertirás en una mujer -me susurro al oído. Además, el muy desgraciado se atrevió a pasar su mano por mi espalda hasta mi trasero.
