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Si era algo que Sasuke no estaba acostumbrado a sentir, era arrepentimiento. Porque si, anoche había dejado al rubio de ojos azules en aquella habitación solo y si, también había echado a su novia de la casa, pero eso no lo había afectado tanto como lo hacía recordar sus acciones ni bien abrió los ojos en la mañana, ahora todo parecía afectarle el doble.

Despertó y bajó a desayunar encontrándose con tres cosas que lo confundieron:

1- su desayuno no estaba hecho.

2- Kim no estaba en la cocina.

O bueno, quizás eran dos...

3- la híbrida no había bajado a comer siquiera algo.

O bueno si eran tres...

Pegó el grito en el comedor esperando a que su sirvienta o algún otro que anduviese por la casa bajara a prepararle la comida. Pero nadie bajo, así que fue él quien subió las escaleras y abrió habitación por habitación hasta toparse con Kim leyendo un libro en la biblioteca.

La mujer lo miró con indiferencia.

— Mi desayuno no está y mi híbrido tampoco.

— El chico ya tuvo su desayuno, lo deje en su habitación esta mañana —le respondió sin quitar la vista del libro— en cuanto al suyo, espero que disfrute haciéndolo.

El Uchiha frunció el entrecejo— tú debes hacerlo, para eso te pago —sonrió arrogante.

— Pues de haber sabido que usted sería así no lo habría aceptado y me habría quedado trabajando en alguna de las otras casas de sus familiares dijo con indiferencia.

— ¿Cómo dice-?

— Ja hecho algo muy malo anoche señor, es usted un hombre ruin... jugar con tantas personas al mismo tiempo... ¿cómo se atreve? ni siquiera su padre es así —el Uchiha no respondió y la mujer cerró fuertemente el libro para retirarse. Tampoco se interesó en decirle algo más, lo dejó solo en aquella habitación repleta de estantes y libros que podrían tardarse años en leer.

El azabache mentiría si dijera que aquellas palabras no le habían afectado. Kim siempre había sido respetuosa con el y hoy había arriesgado su trabajo para hacerle frente. Soltó un suspiro cansado y se dejó caer sobre un sillón individual cerca de la puerta del lugar.

Tenía que encontrar una respuesta a todo el problema en el que se había metido, tenía que encontrar una solución para el problema con Konan y su híbrida, porque si de algo estaba seguro, era de que ya no tenía que jugar con 2 personas , pero si renunciaba a Konan...se quedaría sin nadie pues el sabía que sólo existiría el chico con orejas afelpadas en su vida y por otro lado... bueno, si renunciaba a el híbrido conservaría todo lo que había tenido durante todos los años antes de conocerlo.

No lo había visto aún, pero sabía que lo había lastimado, no estaba seguro de que Naruto entendiera lo vio ayer abajo, pero le había afectado verlo con otra, lo sabía por los rastros de lágrimas que había en sus ojos ayer. Recordó entonces el pequeño beso entre ambos y lo feliz que el de orbes azules había estado con él el resto del tiempo que pasaron juntos antes de que el problema comenzará. Recordó todas aquellas veces en las que sintió ternura al verlo, o cuando el se abrazo a el la vez que su amante hizo aparición en el lugar, sus muecas, su rostro confundido, sus problemas en el habla. Simplemente no podía abandonar aquello. Pero nuevamente se encontraba en otro dilema... si abandonaba a Konan, adiós con quedarse con la empresa su rica y arrogante familia. Trago duro, ese plan lo pensó desde que tuvo memoria, desde que su padre le dijo que le daría su lugar a el, querían ser los mejores y para ello tendrían que eliminar a la competencia.

No... no podía arruinar aquello que lo dejaría en la cima por algo que podría ser quizá.. ¿un simple capricho? ¿un pequeño desliz? así que sin más, llamó a Konan.

Naruto se encontraba en la habitación mirando al techo, aquel lugar tan bonito, con comida tan deliciosa, en el que la trataban tan amablemente, no era nada comparado a aquel feo espacio en el que lo habían mantenido desde pequeño. A pesar de eso él no se sentía feliz.

Una pequeña lágrima cayó por su mejilla hasta caer en la almohada, era caliente y parecía quemar. Sentía su pequeño corazón zorruno partido a la mitad y no llegaba a entender porqué.

Lo que vio en aquella sala lo impactó, no entendía qué era aquello, pero parecía ser íntimo y privado y el lo había interrumpido y había llorado, aún sin entenderlo, fue suficiente con saber que aquel hombre hermoso que el tanto adoraba estaba tocando a alguien más y eso no le había gustado.

¿Qué hacía él ahí? ¿Se quedaría para siempre triste? No entendía qué estaba pasando ni que estaba sintiendo, no entendía nada y nadie se molestaba en ir arriba a hablar con él o intentar hacerlo... ni siquiera el chico bonito de ojos negros como el carbón.

Volvió a llorar desconsoladamente como lo había hecho anoche, dolía, su pequeño pecho dolía, rompía en dos por dentro, quemaba y el no lo entendía.

Luego de unos minutos, alguien tocó la puerta.

Naruto levantó sus orejas atentas y movió su cola esponjada de un lado a otro yendo a abrir.

Ojos rojos y marcas oscuras debajo de ellos fue todo en lo que Sasuke se concentró cuando lo vio. Casi se arrepintió de su decisión. Casi.

Pero entonces abrió su boca y lo lastimó aun más.

— Llame a Suigetsu —dijo el Uchiha— pasará mañana a primera hora a recogerte, así que espero que guardes todas tus pertenencias y te vayas sin dar problemas.

Sasuke se retiró y Naruto cerró nuevamente la puerta.

Si, el Uchiha era un idiota... 

No más que un idiota.

My Little FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora