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La mañana era fría y lluviosa, Sasuke ya había desayunado y se encontraba al pendiente de la puerta para cuando Suigetsu apareciera. El rubio, sin embargo, no se dejó ver en ningún momento de lo que llevaba del día.

Estaba leyendo las noticias por Internet cuando el timbre sonó y Kim fue a abrir, recientes robos e intentos de violaciones era lo único que lograba encontrar. La cuidad era cada vez más peligrosa y parecía ser que al gobierno no le interesaba acabar con aquello, su lectura se vio interrumpida por un fuerte golpe que fue dado en su cabeza. Alzó la vista y ahí se encontró con su amigo de dientes afilados.

— Eres un maldito idiota.

El Uchiha enarco una ceja— ¿Vienes a mi casa a decirme eso o a llevarte a esa cosa que dejaste hace una semana atrás?

Y Sasuke sabía que la había cagado más, esta vez con su mejor amigo, por el simple hecho de haberle dicho a su híbrido "cosa".

Suigetsu no se molestó en discutir.

— ¿Dónde está el?

— Arriba.

— Vas a arrepentirte de esto, Sasuke.

El Uchiha sonrió burlón.

— Anda, llévatelo de una vez que tengo cosas más importantes que hacer.

— Jodido bipolar —murmuró el de ojos Claros.

Luego de eso Suigetsu negó y atravesó la sala para subir las escaleras. Se trató a si mismo de idiota por no haber preguntado antes en que habitación se encontraba el chico, 3 puertas abiertas de par en par ,después logró encontrarlo.

Se encontraba sentado al borde de la cama, el cansancio se notaba en su rostro, en su pequeño y redondo rostro se encontraba un sonrojo que definitivamente no era causado porque algo lindo haya pasado, los ojos vidriosos llenos de lágrimas que probablemente estuvo acumulando y entonces aspiró, si, había estado llorando y parecía que aún le quedaba más por soltar.

Se acercó sigilosamente, despacio, como si fuera la primera vez que lo vio y el rubio al sentir sus pasos se giró. Suigetsu estiró su mano con cuidado y parecía que el híbrido no necesito más, hizo un pequeño puchero y se arrojó a sus brazos soltando pequeños hipidos. Lo sintió temblar ligeramente en sus brazos y entonces lo escucho hablar. Casi se estremeció por su suave voz aniñada. Fue sólo una simple palabra.

— Va-vamos —sus grandes ojos azules, sin el brillo que siempre tenía lo miraron con súplica y él le sonrió.

— Vamos, te llevaré a casa.

Lo tomó de la mano y se llevó ,también una mochila que su rubio había llenado con algo de ropa según tenía entendido, ambos caminaron y bajaron las escaleras juntos. Suigetsu podía sentir la presión en su mano, el rubio la estaba apretando y él le devolvió el apretón en forma de apoyo.

— Se que Karin te encantará, estoy seguro de que serán grandes amigos.

La rubio asintió.

My Little FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora