Quiero contarte una historia.

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Paseaba de un lado al otro en su cabaña de bambú, Binghe había ido a la cocina para preparar la comida de ambos. En las últimas semanas Shen QingQiu había sentido una angustia florecer en su pecho y a veces no lo dejaba dormir por las noches. En un matrimonio, la pareja no debía tener secretos entre ellos ¿no? ¿Cómo aplicaba eso con él? Técnicamente él no era el Shen QingQiu original, él era un hombre de casi 30 años del siglo XXI que había transmigrado a una novela de sementales. ¿Cómo podía explicarle eso a su esposo? ¿Cómo no afectaría a su relación actual? ¿Cómo explicarle que en su mundo, él su esposo, es ficticio? La culpa a veces lo carcomía, pero sentía una necesidad moral de contarle todo y esperar que de verdad lo comprendiera.

Ese pensamiento lo había atormentado durante semanas y ahora había decidido que no esperaría más. Aprovechaba el "momento a solas" para terminar de armarse de valor para poder hablar. Y decía "momento a solas" porque la verdad es que no estaba solo.

–Yo no creo que sea buena idea.

–Tengo que hacerlo. Una relación no puede estar cimentada en una mentira y yo no quiero lastimarlo más de lo que ya lo he hecho. Tiene que saberlo.

Había llamado a Shang Qinghua como "apoyo moral" y también para tener un mediador en caso de que Binghe no le creyera. ¿Quién mejor que el mismísimo autor para todo lo que estaba próximo a suceder?

–Yo insisto que no es una buena idea, ahorita están bien así. Si Binghe está bien en una mentira, es mejor así. Además, ¿olvidaste lo inestable que es a veces? No me arriesgaría nuevamente a que ese hombre demonio atente contra el mundo otra vez.

–Justo por eso estoy intentando mejorar nuestra comunicación. La raíz de su inestabilidad fue eso, la poca comunicación que tuvimos. El explicarle todo, puede que mejore en muchos aspectos nuestra relación.

–O que la destruya. Sobre piensas mucho las cosas, olvídalo y sigue disfrutando de una vida feliz a su lado. –Mientras charlaban, Qinghua comía sus preciadas semillas de melón.

–¿Tú no quisieras decirle la verdad a Mobei-Jun?

–¿Estás loco? Hace poco que establecimos bien nuestra relación, no me quiero arriesgar a nuevos golpes, o peor, que me mate por esconderle que soy un autor de mierda. No gracias, prefiero vivir.

–Y por cosas como esas es que sigues siendo un autor de mierda no tienes consideración ni con tu creación favorita. Solo...interviene si lo consideras necesario y no digas alguna tontería.

–Ok, de entrada ya te dije que es una mala idea. –En ese momento la puerta de la cabaña de bambú se estaba abriendo. –Bueno, aquí viene.

Binghe se hizo presente frente a sus dos mayores y traía una bandeja llena de comida. Como siempre solo traía platos para su shizun y él, la verdad es que ni siquiera divisó a Shang Qinghua, como si solo fuera un adorno más en la casita.

–Shizun, está lista la comida. Debe de estar hambriento, el camino a la montaña desde donde veníamos era muy largo. Por favor, coma y después descanse yo me haré cargo de todos los asuntos del pico, como siempre. –Se sentó a su lado y esperó a que su amado comenzara a comer, pero no hizo ni un solo movimiento. –Shizun, se que a veces hay cosas que no puede decirle a este discípulo, pero este discípulo se da cuenta de ciertas acciones y emociones de su shizun. Ha estado muy distraído y con una mirada lejana. ¿Es acaso que este discípulo ya no lo hace feliz?

Shang Qinghua que observaba de un lado de la mesa, no podía evitar reír en sus adentros porque ese niñote estaba a punto de llorar otra vez. Definitivamente tenía muchos problemas de autoestima, pero ante todo, ¿quién era él para juzgarlo? Si Shen-Dada ya estaba haciendo lo mejor posible para cambiar eso. Aún así, eso seguía siendo muy divertido de ver.

5 etapas para seguir amandote.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora