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Nervios, ansiedad, nostalgia, miedo, rencor, e incluso tristeza invadieron mi cuerpo por completo.

Sentí mis manos sudar, dude unos segundos qué hacer.

Cuando me di cuenta de mis dudas me di una bofetada.

Algunas cosas no cambian.

Con las cosas en mano comencé a subir peldaño por peldaño, mientras más me acercaba a mi destino, más se iba sintiendo el ruido de las personas reunidas en un solo lugar.

Comenzó por murmullos, poco a poco iba cambiando a frases más entendíbles, y una vez que llegue a la cima, todo se quedó en silencio.

— ¿Una chica? ¿es una chica?

— ¿Donde quedó Sota? Se supone que él siempre nos trae las cosas.

— Tsk. Una chica aquí de seguro nos traerá mala suerte.

— ¡No digas eso! ¿No recuerdas a...?

— ¿Rui? ¿Era Rui, verdad?

— ¡Cállate! Sabes que el comandante se pone de mal humor al escuchar ese nombre...

Seguí caminando entre esos susurros, toda la nostalgia se fue al carajo cuando me enteré de aquella última frase.

¿Él se pone de mal humor? ¿Solo por escuchar mi nombre?

Ignorando todo tipo de provocación llegue hasta el frente, poco a poco levante la mirada para ver un par de pies en el escalón del medio.

Subí hasta llegar a aquel dragón tatuado.

Draken. Podría jurar que ha crecido incluso unos cuantos centímetros de más.

Él me miraba en silencio, extendí mis brazos para entregarle el pedido. Antes de que él pudiese decir algo, me apresure en robarle las palabras.

Tratando de poner mi voz lo más grave posible hablé.

— Pueden pagar por transferencia, el jefe se encarga de eso. Gracias.

Me gire sobre mis pies para marcharme, al menos eso planeaba.

— Espera.

Toda mi sangre se congeló, esta vez no hay error.

— Ven.

Volví a hacerle frente a quien me llamaba, junto a Draken se encontraba Mikey observándome con la mirada quieta.

— ¿Si?—pregunte tragando seco—. Toda queja con el jefe, por favor.

— Aquí falta algo—respondió Mikey ignorando mis palabras.

— Cómo le he dicho, cualquier quej-

De la nada, Mikey hizo un puchero para sentarse en el suelo cruzando sus brazos.

— No vienen mis banderitas.

Un silencio incómodo reinó en el lugar, aún así nadie se reía. Al contrario, parecía ser algo de gran interés para todos.

Casi como un asunto nacional.

— ¿Qué?—dije apenas desconcertada.

— Mira Kenchin—añadió Mikey—. Revisa con tus propios ojos, no vienen.

Draken hizo lo que le ordenó, volvió a cerrar el pedido para decir mientras me observaba.

— Así es, no vienen ninguna de tus banderas. Y, ¡Ya te dije que no me llamaras así!

Odio decir que los conozco lo suficiente para creer que no han cambiado en nada.

— Bien, entonces en nombre de la compañía les pido disculpas. Me ocuparé de que no se vuelva a repetir.

>> Ruleta << Tokyo Revengers/ MikeyxTuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora