Caleo One Shots

Ghost of you

Leo no recordaba cuando había salido de su cabaña por última vez. Cuando salió todos lo veían con sorpresa y pena. Debía haber pasado mucho tiempo entonces.

Se encontró a Percy en el camino, su mano entrelazada con la de Annabeth. Su estómago se retorció al verlos juntos, obviamente ellos estaban disfrutando el día. Percy lo vio y arrastró a Annabeth con él.

- ¿Leo?

- Percy, Annabeth

- Sentimos mucho lo de Calypso -empezo la rubia- si necesitas hablar, siempre puedes buscarnos.

Leo asintió, no dijo nada. Sabía que si abría la boca palabras que no necesitaba compartir escaparían. Dejo a la feliz pareja y salió de ahí. Paso por los jardines de fresas, al verlos se giro en redondo. No necesitaba esos recuerdos en ese momento. Decidió que debía ducharse, hacia bastante que no lo hacía y apestaba.

Paso tal vez una hora bajo es agua caliente. La verdad en ese momento no le importaba, estaba demasiado cansado para preocuparse por eso. Cuando al fin salió solo evaporó el agua de su cuerpo, una ventaja de poder calentar su cuerpo todo lo que quisiera.

Era la hora de la comida así que decidió comer algo para variar. El campamento había vuelto a la normalidad pero para Leo el tiempo estaba congelado. Solo quería volver a un mes atrás cuando él y Calypso estaban viviendo en un departamento que rentaron en Nueva York.

Después de tratar de comer se rindió y salió de ahí. Fue a buscar a Festo y le ordeno que lo llevará a "casa".

El departamento estaba como lo habían dejado. Dos tazas en la mesa de la cocina, ropa doblada cuidadosamente en el sillón y el olor a flores envolviendo el lugar. Entro a la habitación y su corazón se rompió más. La cama donde solían dormir los dos ahora parecía más grande, todo parecía más grande sin ella ahí.

Se dejó caer en su lado de la cama. No podía forzarse a acostarse en el lado de Calypso. Cerro lo ojos y trato de no llorar pero no pudo. Las lágrimas salieron y el hundió la cabeza en la almohada mientras tomaba las sábanas y las apretaba contra sí.

Se suponía que ellos dos ya habían terminado su parte en la historia. Ellos dos ya podían relajarse y ser felices. Calypso no tenía que morir en una batalla.

Leo se paró aun con las lágrimas nublandole la vista, no sabía a dónde iba. Solo quería salir del cuarto. Ese cuarto hacia que un montón de recuerdos fluyeran y no lo necesitaba.  Se metió al baño y se encontró con una caja en el lavabo. Saco el contenido y se sorprendió al encontrarse un termómetro extraño.

Su estómago se revolvió al darse cuenta lo que era. Una prueba de embarazo, estaba nueva. Calypso no había tenido oportunidad de usarla.

Leo se tiró al piso con la cajita en las manos. Ya no soporto más y se abrazo a si mismo y lloró hasta que ya no podía más, hasta que le dolía la cabeza y se quedó dormido. Soño con esa noche en la que habían bailado por el apartamento, lo acababan de amueblar y todo parecía perfecto. Esa noche él le había prometido que siempre estaría con ella pero ¿Cómo lo lograría si ella estaba en un lugar a donde el no podía ir?

Más tarde, casi en la madrugada el se sentó en el sillón y empezó a hablar consigo mismo. Tratando de no sentirse solo, no quería molestar a nadie a esa hora. No necesitaba arruinarle el día a alguien con su llanto incontrolable, con sus dudas sobre el embarazo misterioso o sobre porque una taza con una mancha de labial era tan importante para él.

Estaba solo y sabía que este sería una soledad diferente a la que sintió cuando murió su mamá o Jason. Ahora sentía como si le faltará algo, como si estuviera incompleto. Vacío. Uno que dolía y lo consumía con cada minuto que pasaba. Uno lleno de una desesperación por no saber que hacer, si gritar o llorar o querer venganza. Leo solo quería escapar sus pensamientos, apagar su cerebro pero no encontraba como. Podía aventarse del techo peor entonces estaría decepcionando a Calypso y él no necesitaba eso en su conciencia.

Cuando al fin cerro los ojos de nuevo soño con ellos dos bailando. Bailando con el fantasma de ella.

Ahhh escribir eso fue terapéutico, nada mejor que llorar ¿No?