Capítulo 20- El destino de Duma

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Sentía a su montura más ligera y veloz. Las estrellas seguían pendiendo del cielo, en un crepúsculo eterno, pese a que Leonard sabía perfectamente que había amanecido hacía rato. El aire olía de forma diferente con un aroma dulzón, casi irreal, y el polvillo dorado formaba pequeñas volutas brillantes en los cascos de su caballo. Estaba cabalgando por los Senderos Ocultos del Celt, los Caminos de las Hadas, en un punto intermedio entre Ithefawn, el mundo mortal, y Elfawn, el Reino del Rey Eterno.-¡Adelante, Aeroth! ¡Hacia Lys!La ciudad de marfil se desdibujaba en el horizonte etéreo, recortándose en el cielo añil del Camino de las Sombras, cada vez más cerca, más veloz. Ya a punto de cruzar las puertas de la villa, se rompió el hechizo feérico de Limaër, irrumpiendo de nuevo en el mundo mortal de Ithefawn, veloz como un rayo. Los colores de la primavera, pese a estar en plena luz del día, parecían pálidos y mortecinos en comparación a la Senda de las Hadas, y Leonard suspiró, sabiéndose lejos de todo aquello que había acontecido en aquél amanecer sin tiempo. Los guardias abrieron las puertas a su paso, tocando una campana de bienvenida al Capitán Dermond.

 Los guardias abrieron las puertas a su paso, tocando una campana de bienvenida al Capitán Dermond

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Lys se alzaba en un promontorio, blanca y dorada como su bandera a la luz del sol. La rodeaban pastos verdes y fértiles granjas, y era bella y próspera. Anunciaban las horas y los acontecimientos fastos y nefastos con cientos de campanas de plata dorada, y sus habitantes se sentían orgullosos de pertenecer a la capital del reino más próspero de Ithefawn, Lucenna. Leonard recorría las calles al galope, haciendo repicar las herraduras sobre el pavimento de adoquines, ascendiendo hacia la Torre de Lys, el castillo del buen Rey Wilfred. Duma miraba por la ventana de su alcoba, crispando el gesto.-Maldito Hoffer y su estúpido regimiento de Warrick... Ha enviado de vuelta a ese soldaducho. ¿Cómo narices habrá sobrevivido al ataque de los alquimistas? Debería estar muerto y devorado por los buitres...Se dirigió hacia el salón principal, tratando de interceptar a Leonard antes de que llegase al Rey, y se topó con Regerd, el capitán de la Guardia del Templo, su ejército personal.-¡Regerd! ¡Ve a por el hereje! ¡Leonard Dermond va hacia el Salón del Trono!El rudo y estúpido guardia corrió hacia el patio de armas, donde Leonard desmontaba con el mensaje en una faltriquera del cinto.-¡Tú, blasfemo... te mataré!El rubio capitán frunció el ceño, desenvainando. Un revuelo se produjo en el patio. Los soldados de la Torre no sabían a quien defender, si al caballero de la Guardia del Templo o al Capitán del Ejército Real, dejando en evidencia el terrible fallo de seguridad que radicaba en la división de las fuerzas del orden del Reino. Regerd se lanzó al combate con golpes brutales y efectivos, duro como una piedra. Leonard esquivaba sus envites, tratando de zafarse de él, zorruno, antes que matarlo.

 Leonard esquivaba sus envites, tratando de zafarse de él, zorruno, antes que matarlo

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El Arco de Tejo NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora