Capítulo 3 - ¿Ya merito?

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Edmund y Peter nos han dejado a solas, por lo que mientras ellos están en la superficie, nosotras podemos cambiarnos a gusto

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Edmund y Peter nos han dejado a solas, por lo que mientras ellos están en la superficie, nosotras podemos cambiarnos a gusto... aunque bueno, tal vez deban esperar un poco más pues Susan no deja de buscar en su baúl.

Todo parece ser mágico aquí, me resultó interesante como parece ser bastante profundo ese baúl, eso contando todas las cosas que la mayor ha sacado de ahí, y las que aún faltan.

—Me pregunto si podré tener uno — digo acercándome a Lucy. También le ha costado encontrar algo que ponerse.

—¡Puede estar a un lado del mío! — señala sonriente—. Pero, primero debemos saber qué ocurrió— susurra.

— y bien, ¿ya tienes que usar? — trato de cambiar el tema para que no se se ponga triste, parece ser que ha ella le ha afectado más, me preocupa porque aún no sabemos si hay narnianos con vida y eso sin duda le afectaría incluso más.

—Este no está tan largo, creo que podría cortarle un poco, así me quedará perfecto.— levanta un bello vestido rojo.

—Yo me encargo, majestad—Le hago una reverencia a la pequeña.

—¡Gracias!— responde entre risas.

Consigo ajustar el vestido a la altura de Lucy. Si bien no quedó perfecto, no causó inconveniente cuando lo vistió.

Después que se cambiase la ayudé a guardar sus cosas, para cuando terminamos volteo y me doy cuenta que la mayor continúa inspeccionando cada uno de los vestidos que encuentra y los arroja sobre el baúl de Peter.

Al menos los chicos no tienen un amigo al cual buscarle ropa.

— ¿Sabes? Realmente me ofende que tardes tanto en buscar algo feo para mi, no te voy a opacar con los narnianos— espeto ya aburrida.

—Quiero darte algo cómodo— responde sin dejar su búsqueda.

Siempre tan amable.

No tengo la suerte de poseer la belleza de Susan -quien no se da cuenta que la tiene o parece no importarle-. Estoy muy gorda para ser delgada, pero a la vez, soy muy delgada para estar gorda. Estar en medio apesta. Siempre me he preguntado si esa es la razón de que aquel rubio no se fije en mí. No me parezco ni de cerca a las chicas que hablan con él sobre lo guapo que es.

—Algo enorme querrás decir— suelto.

—Nora, sabes que no tolero cuando hablas así.

—Estoy en lo correcto.

Se limita a mirarme, y me arroja un vestido.

— Te verás incluso más hermosa con este— dice haciendo énfasis en la palabra «más».

Extiendo el vestido para observarlo; es color verde, de un tono oscuro, con pequeños detalles dorados, además se ve tan reluciente, como si los años no hubiesen pasado.

La Tercera Hija De Eva || Peter Pevensie✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora