7• Quedarme en la mansion Ardlay...

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Los hombres siempre necesitan averiguar cuánto soportas, cuáles son tus límites, qué clase de mujer eres.

No debes necesitarlo ni debes mostrarte enamorada, y todo lo que el haga para probar tu tolerancia tiene que causarte gracia o resultarte natural... Si lo tomas a la tremenda, pierdes.

Debes ser firme y no claudicar: no lo llames, que te busque él; no le digas que lo extrañas ni que esperabas su llamado; no le preguntes qué ha hecho en tu ausencia, pero tampoco le cuentes nunca lo que tú hiciste: sé vaga en tu respuesta, debe parecer que siempre tienes algo interesante para hacer por tu cuenta. Nunca dejes de vivir tu vida. Que sea él quien se preocupe por saber por dónde andas tú.

No crean que Albert fue diferente, es hombre.

La mejor manera de llevarte bien con un hombre y enamorarlo es seguir como antes de que él entrara en tu vida. Así lo hacen ellos, ¡cópiate! ¿Cómo organizan su día? Como siempre, no planean nada contigo porque ya quedaron con sus amigos. De esa manera, hazlo tú. Dile: "No sé si podemos vernos el viernes, porque quedé con unas amigas".

Del mismo modo que él valora su tiempo libre, tú debes hacer valer el tuyo: cualquier actividad es importante y no debes suspenderla por él, pero recuerda que no tienes que contarle todo lo que has hecho. Deja volar su imaginación.

Lo que debes transmitir para ser respetada es: "No temo estar sin ti","Lo paso genial sola", "Si te vas o te quedas me da igual", "Tus opiniones no me afectan: yo tengo las mías bien claras y sólidas".

¿¡Quieres regresar a casa de la seflorita Pony?!

Pensaba justamente la otra vez, que me gustaría poder ayudar a la señorita Pony y a la hermana Maria, quizás trabajando en un hospital de los alrededores

Si eso es lo que deseas...

"Por otro lado, no quiero separarme de Albert..."

Debe sentir que le haces un favor enorme saliendo con él, no al revés. La persona que menos necesita a la otra es la que manda en una relación.

Cómo sacarte a un Neal Leegan De encima:

Él: ¿Puedo invitarte con un trago?
Ella: En realidad, preferiría que me dieras el dinero y desaparecieras de mi vista.

Él: Estoy seguro de que podría hacerte muy feliz.
Ella: ¿Por qué? ¿Ya te vas?

Él: ¿Me puedes dar tu teléfono?
Ella: Ni loca, cómprate uno.

Él: ¿Vamos a ver una película?
Ella: Ya la vi.

Él: ¿No te he visto en otro lado?
Ella: Ni idea, pero seguro ya no volveré por allí.

Él: ¿Saldrías conmigo el sábado?
Ella: Lo siento, pero me va a doler la cabeza el fin de semana.

Claro, a nadie le gusta Neal, pero que sería si un Hombre parecido a Albert, se comporta así de pesado...
¡Gran dilema!
Pues No... porque es tu felicidad y la de él la que está en juego y si no hay respeto, el resto de sus vidas será un infierno.

Huye

Las mujeres y el terror a la soledad

Candy nunca acaba camuflada con su sofá, control remoto en mano y en pijama. Ni es de esas que dicen "Visítame cuando quieras, siempre estoy en casa, siempre estoy libre".
Al contrario, ella da la sensación de que es imposible de ubicar ni con un GPS.

Imagínate tratar de ubicar a una persona en la Colina de Pony

¿Por qué tanto movimiento?

Porque la muerte emocional de la mujer es estar sola e inactiva. Si te mueves, jamás te sentirás sola.

El tema es así: desde el principio de los tiempos, las mujeres formaron parte de tribus que debían mantenerse muy unidas para sobrevivir, especialmente porque el bebé humano nace tan indefenso como un feto durante un buen tiempo.
Las hembras de la manada cooperaban unas con otras, se protegían mutuamente, y esto entrenó a las mujeres de todos los tiem pos en varias habilidades de las que los varones no tienen ni idea: reírnos de nuestras desgracias, sentirnos mucho mejor después de saber que conta mos con una amiga, adivinar el pensamiento a los hijos, saber lo que siente una compañera con solo escuchar un suspiro, priorizar necesidades desde la primera hora de la mañana, hacer una cosa tras otra sin detenernos.
Por eso, el estado natural de la hembra humana es estar activa, acompañada y, especialmente, comunicada. Por eso, es raro encontrar mujeres operadoras de grúas, reparadoras de vías o pozos petroleros en alta mar, astronautas, encargadas de faros en costas remotas, y cualquier tarea extremadamente solitaria.
Hay excepciones, por supuesto, como Marie Sklodowska, quien, no contenta con descubrir el radio descubrió, además, el polonio, y fue la primera persona en ganar dos Nobel.
Pero la chica estaba acompanada por su marido, el también solitario Pierre Curie.

No son muchas las mujeres que han ganado un Premio Nobel, porque toda investigación sesuda requiere de cientos de horas de encierro y soledad frente a los libros, el microscopio, el telescopio, las pipetas de laboratorio o el piano. Y las mujeres tenemos muchas más ganas de estar acompañadas y de compartir lo que pensamos, por eso somos mucho mejores trabajando en equipo, que en soledad.
Pero los reconocimientos suelen ser siempre individuales, por lo que se hace difícil quedar registradas en la Historia.

Por este tema de estar conectadas socialmente es que muy pocas mujeres quieren ser jefas, empresarias, ministras o presidentas. Todas saben que cuanto más alto llegas, menos acceso tiene la gente a ti. La presidenta ejecutiva mundial de la enorme empresa Pepsico lo aceptó en una entrevista de 2008: "Ser presidenta es una tarea muy solitaria".

¡Imaginate que una presidenta no anda con mucho tiempo libre para juntarse con sus amigas, ni va a sentarse a tomar el té para comentarles qué rumbo piensa darle al país! Así que, tan locas somos las mujeres por tener compañía y no estar solas, que hasta preferimos privarnos de un enorme crecimiento profesional, con tal de no perder nuestro grupo social.

Máxima Zorreguieta, una argentina que se casó con el heredero a la corona holandesa, escribió un mail en el que pedía a sus amigas argentinas que no creyeran que, por ser la futura reina de Holanda, dejaría de estar con ellas.
¿Qué Diablos podia importarle a una reina distanciarse de sus amigas sudamericanas?
Sin embargo, mujer al fin, a lo que más le temió en ese momento fue a la soledad.

Este terror a la soledad de las mujeres es lo que genera tanta confusión, que se llega a la idea de que el único antídoto contra la soledad es un novio.
Así, cada una de las amigas, a medida que se van poniendo de novias, van priorizando al novio por sobre sus amistades.
Y la que no encuentra novio se va viendo cada vez más aislada y abandonada, y acaba enganchándose con cualquier imbécil que se le cruce por la vida, con tal de no sentirse tan sola.

No digo que un novio, amante, marido o concubino no sea una genial manera de estar acompañada.
Pero en todos los casos, debe ser el hombre correcto y no cualquiera que cubra el vacío. Porque luego comienzan las quejas por cómo es él, sus maltratos, su falta de compañerismo y de atención.
Pero aun así, no lo sueltan, porque dejarlo ir significaría volver a sentirse solas.

Y quedarse con el hombre equivocado es el peor error que una mujer pue de cometer en su vida, y es comprarse la peor soledad de todas. Ya lo dice el refrán:

"Mejor sola, que mal acompañada".

Yo soy Candy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora