I Hate You, Don't Leve Me

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8 de Enero 2020...

— Te extraño mucho – le dije en cuanto abrió la puerta de su departamento.

— Yo también – sonrió al verme.

Había pasado una semana desde que Dante y yo (O mejor dicho yo) terminamos, los 8 días más horribles de toda mi vida, mi inestabilidad me había orillado a pensar que Dante estaba en los brazos de otra mujer y que retosaban en su cama con tanta pasión, que él me había olvidado, que si no me buscaba era porque ya estaba con otra mujer y se estaba olvidado de mi.

Claro que eso podía ser posible si hubiera pasado un año, en ocho días, ay! En 8 días también era posible.

—¿Puedo pasar? Ya sé que me porté como una idiota, pero me sentí tan humillada en la cena de año nuevo porque... –

Dante me tomó con delicadeza por las mejillas y me calló con un besó fuerte, después me tomó entre sus brazos, cerró la puerta con su pie y corrió hacia su habitación para dejarme caer en la cama, acto seguido se fue cuidadosamente sobre mí y empezó a besar mi cuello, mi clavícula y subió poco a poco a mis labios.

— ¿Me sigues amando? – le pregunté entre besos.

— Más que el primer día, morena – me respondió al oído en un sexy susurro.

Dante sabía que no había nada en el mundo que me exitara más que él hablándome al oído y después pasar con delicadeza la punta de la lengua en mi lóbulo de la oreja, eso causaba en mi nunca hasta la punta de mis dedos unas cosquillas deliciosas que se convertían en una especie de ASMR entre mis piernas, él se levantó de prisa y se quitó la bata que traía puesta para quedar totalmente desnudo, el amaba estar desnudo en su casa y a mí me encantaba llegar y verlo, se volvió a acercar lentamente a mí y con ambas manos abrió mis piernas, evidentemente yo traía falda y obviamente no traía ropa interior.

— ¿Te preocupó que no las abriera desde un principio? – le pregunté con una sonrisa.

— Me preocupa que te duela al cerrarlas después – sonrió con ese tono sutil tan sexy que tenía.

Se tumbó sobre mi  y me empezó a besar, con ambas manos desabrocho los botones de mi abrigo para dejar mis pecho expuestos, cerró los ojos y dio un suspiro muy ondo, mordió su labio inferior y con la llemas de sus dedos empezó a acariciar mis peones erectos por el placer, esas caricias empesan a crear en mi esas cosquillas entre mis piernas y generar humedad entre ellas.

— ¿Me las echas en la cara, amor?

— ¿Y si te ahogas?

— Morena, son flotadores.

Se tumbó boca arriba a mí lado, tomé "Vuelo" y levanté, Dante tenía una enorme ereccion que de tanta sangre que bombeaba se le marcaban las venas no sólo de el cuello sino también de su enorme miembro, parecía un hermoso y bronceado ángel acostado en la cama y no era para más, cada vez que hacíamos el amor siempre me sentía en el cielo.

—¿ Te vas a quedar ahí viéndolo? Está desesperado, también te extraño.

— Son hermosos – me reí.

—Amor, aunque quiera no se va a quedar así todo el día ¿Qué esperas para ocuparnos ya?

Me subí en él y con sumo cuidado me lo metí entre las piernas, encajaba tan bien que al estar sintonizados causaba una satisfacción que se notaba en nuestros rostros, Dante estiró los brazos y me tomó de los omóplatos para hacerme hasta delante de tal manera que mis pechos quedaban en su rostro, el movía su nariz y sus labios en mis senos y pezones picudos por el calor de el roce, sentía que mi ser lubricaba, él se movía como el infinito y su ser rozaba todas las paredes de mi interior generando contracciones placenteras que me hacían soltar pequeños gemidos, al sentir su respiración acelerada me incorporé sin romper nuestra conexión, él me tomó por la cintura para después bajar sus manos a mis nalgas dándome unas nalgadas para después aferrarse a ellas y al compás hacerme mover en él, entre cada movimiento Dante se aferraba más y más, su respiración se aceleraba y su rostro empezaba a mostrar que él también sentía esas cosquillas, la verdad es que no había nada más placentero que ambos sintieramos al mismo tiempo esas contracciones  placenteras que provocaban que ambos nos movieramos en sintonia y conectar de una manera tan exacta que como era de esperarse ambos llegamos a ese punto donde me sentía en el cielo, bastó un último movimiento para sentir dentro como si un corcho se destapara por la presión de su eyucalacion y derramara lo que yo tenía dentro de mí.

Ambos abrimos los ojos y nos miramos fijamente para sonreír.

—Te amo, morena – dijo con un jadeo.

Me acosté a su lado y me acomodé en su ancho y desnudo pecho, su corazón latía tan fuerte como el mío y eso me hacía creer que me amaba tanto como yo lo amaba a él.

—Te extrañé mucho, amor– me dijo una vez que recuperó el aliento.

Amaba su voz ronca y seductora salir desde su pecho que me acurruque como una niña pequeña en su gran almohada.

— Dant, yo no sabía qué hacer sin ti.

— Desde que terminamos sentí que debía deshacerme de todos los planes que tenía para nosotros, casarnos, vivir juntos, viajar a...

— ¿Casarnos? – lo interrumpí.

Me incorporé, cubrí mi cuerpo con la sabana y me senté a su lado mirándolo, se veía tan hermoso acostado con su bronceada piel desnuda, con su cabeza recargada en un brazo, su hermosos ojos oscuros mirándome y su otra mano acariciaba mi mentón con un sublime tacto.

— Sí, Lyd. Morena preciosa, me quiero casar contigo, me encantas, me vuelves loco, te amo – sonrió.

Mi corazón iba a explotar por toda la felicidad y amor que sentía y mi rostro no lo podía ocultar.

— Lo dices en serio? – preguntó mi maldita inseguridad.

— Si amor, es en serio. Te amo y quiero pasar el resto de mi vida contigo.

Me lancé sobre él y lo besé con todas las fuerzas de mi ser.

— Viviremos aquí?

— La verdad nunca me gustó New York, te irías conmigo a Alemania? – me sonrió.

— Me iría contigo a plutón si quieres.

Volví a acurrucarme en su pecho.

— Todas las noches quiero que estés aquí conmigo, amor. A veces no me siento lo suficientemente fuerte para dejarte ir, morena.

— Yo tampoco me quiero ir, pero por ahora es necesario.

Acarició mi cabello suspiró profundamente.

— Lyd. Siento que te conozco de toda la vida, a veces pienso que en alguna vida pasada estuvimos juntos y pudimos ver nuestro amor crecer con muchos hijos.

— Y si fuimos felices en el pasado, por qué nos cuesta estar juntos ahora?

— Ese es el detalle, Morena. Que por alguna razón nunca podemos estar juntos, por eso siempre nos buscamos para concluir lo que empezamos.

— Crees en la reencarnación, Dant? – pregunté acariciando su pecho.

—Sí! Tú no?

— No sé, vivir tanto tiempo, por muchas vidas sólo para estar con alguien, me esperarías?

— Amor! Si en esta vida no podemos estar juntos hasta el final, te juro que en la siguiente y la siguiente y la siguiente te voy a buscar, te amaré hasta que ya no tenga vidas por vivir y te amaré incluso si tú me dejas de amar.

— Me lo prometes? – sonreí.

— Es un hecho, morena, es  un hecho. Tú me amarás siempre?

—Dante, te amo con toda mi vida, te aseguro que te amaré con todas las que tenga.

— Haremos lo posible por buscarnos y encontrarnos?

— Te lo juro, amor.

Dante puso frente a mi su dedo meñique en manera de que cerraramos una promesa.

— Lo juro también, mi Dant precioso.

Y así cruzamos nuestros meñiques.

Cómo podía ser mentira? Habrá manera de saber el futuro? Ojalá! Ojalá hubiera una manera de ver cómo sería nuestro futuro al lado de la persona que tiene nuestro corazón, quizá si supiéramos que será para siempre o no será, habría menos corazones rotos, menos decepciones amorosas, habría menos ganas de no querer seguir viviendo por un amor perdido.

Y es que eso era, yo amaba a ese hombre más de lo que me amaba a mí y si él no estaba en mi vida, yo no iba a tener ganas de seguir viviendo.

La codependencia es mucho peor que el amor, porque de amar a alguien salíamos casi ilesos, pero de depender de ese alguien era tan suicida como saltar de un avión sin paracaídas.

Don't Die Before I Do (No Mueras Antes que Yo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora