Tercero

884 101 100
                                    


Choque

Choque

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Luana

Me sentía de muy buen humor, el motivo no lo sé, pero presentía que hoy sería un día maravilloso y mi sexto sentido muy rara vez se equivocaba.

Lo único que pedía era no toparme con la rubia oxigenada en mi camino, no quería dañar mi magnifico genio con solo ver su cara de culo.

En cuanto las puertas del elevador se abrieron, Salí como bala, recorriendo la amplia sala antes de llegar a la guardería donde ya se escuchaban los griticos y risas de los pequeños.

—Buenos días—salude a Trish y a la Sra. Morris que estaban en la entrada, esperando que terminaran de llegar todos los niños.

—Buen día Luana—contestaron ambas al unisonó.

Me agache para meter mis pertenecías en el casillero que me habían asignado.

—¡Lu! una pequeña voz llena de alegría, llamo mi atención.

En mi dirección venia corriendo a toda vela Gail, su melena rubia con destellos castaños brillaba como el sol y su sonrisa iluminaba todo el lugar. Definitivamente que es el pequeño más hermoso y cariñoso que he conocido.

Mi sonrisa se ensancho y me puse de cuclillas lista para esperar el impacto. Un cándido abrazo casi me lleva al suelo cuando con todas sus fuerzas el pequeñuelo, choca con mi cuerpo.

—¿Cómo estas Gail, ya te sientes mejor? —pregunto despeinando sus hebras amarillas.

—Si, estoy mejor—hace un gesto doblando el brazo, tratando de sacar un músculo—mira qué fuerte estoy.

—¡Oh! wao, cuanta musculatura—dije palpando su pequeño Bícep.

Me incorporo, le tome de la mano para llevarlo a una de las pequeñas mesas para que tome asiento en ella.

—¿Ya desayunaste? —cuestiono cariñosamente.

—Aún no, te estaba esperando para que me acompañaras—suelta con sus ojitos brillantes.

—¿Dónde está tu lonchera?

—Allá—dice señalando uno de los estantes—es la de Capitán América.

Camino hasta llegar a ella, sacando lo necesario para que el rubio se alimente y empiece su mañana con ánimo.

—Toma, debes comerte todo, incluyendo la banana—le indico mientras acomodo los alimentos frente a él.

—¿Me extrañaste? —pregunta ilusionada.

—Claro que si Gail, eres mi super amigo especial—digo regalándole una sonrisa sincera—además—digo bajando la voz y acercándome a él para susurrarle—nadie hace edificios y torres tan bien como tú.

Vino TintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora