"Humanízate y saldrás"

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Vaya tema de conversación, los había dejado bastante pensativos respecto a todo lo que habían logrado recabar de información de aquellos dos entes; Marco y Kubo seguían discutiendo sobre el tema pero el tercer músico no, este se había hecho bolita mientras recargaba su espalda contra la pared y miraba hacia el techo, –como si una respuesta fuera a bajar del cielo, cosa que jamás llegaría- soltó un audible suspiro.

-Oye ¿estás bien?

Al escuchar la pregunta que obviamente iba dirigida a él, volteó a ver a sus amigos y asintió levemente; no sabía si estaba bien o mal siquiera, tal vez y solo era preocupación.

-Sí, solo sigo pensando en-...

Marco interrumpió con una sonrisa llena de picardía.

-¿En los demonios esos? O más específicamente... ¿en "uno" de ellos?

Los colores rojizos se hicieron presentes en las mejillas del moreno, frunció el ceño y se cruzó de brazos; negó rápidamente y soltó un rotundo "¡NO!". Kubo llevó su mano a su boca para poder evitar que el ruido de su risita llegara a los oídos de Miguel pero simplemente fue imposible pues lo volteó a ver de forma fulminante; los dos amigos –que con esos amigos quién quisiera enemigos- se estaban muriendo de risa.

El del lunar sobre el labio solo soltó un bufido pero luego se contagió de la risa de sus compañeros y sus risas se unieron mientras resonaban por lo que alguna vez fue un salón de baile.

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Estaba bastante estresado, muchos tratos que cerrar y fantasías humanas que elaborar. El sonido de sus espuelas causaban reverberación por todo el lugar, no eran las típicas pisadas; no, esta vez eran fuertes y llenas de una rabia contenida. En el suelo había marcas de las huellas de aquellas botas de cuero, cada planta y flor –rosas específicamente- que había cerca se marchitaba; si tan solo pudiera soltar humo por las orejas, seguro y lo estaría haciendo.

Azotó la puerta de su habitación creando una onda sonora bastante fuerte, tanto que Hiro y Kyle se cubrieron los oídos y sus colitas de demonio se hicieron como un signo de admiración "!", su amo había llegado y no parecía que llegó muy bien del todo.

-Eso no suena bien...

El de diastema miró a su amigo y su labio tembló, sabían que cometer un error mientras el Charro estaba sí e implicaría su desaparición total; el mayor asintió y se cohibió un poco. Hiro se levantó de aquella cama en la que estaban y se acercó al espejo que tenían delante; tenía decoraciones doradas, parecía un artilugio de bastante tiempo atrás –tal vez más de la edad que Leo aparentaba-, con algunos relieves que se simulaban como código morse; lo normal, era lo que veían todos los días al despertar.

El menor de ambos se acercó y ladeó la cabeza, luego se acercó al cristal y empezó a mover su cabeza, analizando cada parte de su rostro; Kyle no entendía qué hacía. Hiro llevó su dedo índice a sus "marcas", ahí estaba, la parte en la que sus lágrimas se cortaban.

-Siempre pensé que estas cosas eran permanentes...

Intentó tallar para deshacerse de aquella ¿Pintura? Lo que fuera eso... pero no podía.

Sintió una presencia a su lado, era su amigo quien igual miraba sorprendido aquellas marcas las cuales ya no estaban completas; no sabían cómo aquellos humanos habían logrado hacer que algo con lo que llevaban décadas, desapareciera.

-Vaya que ellos son extraños ¿No?

La cabellera larga se movió por el movimiento de cabeza, no sabía a qué se refería pero tenía una idea de lo que diría.

Los músicos que tocaron en el inframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora