Izuku Midoriya, un educador idealista que busca hacer la diferencia en los estudiantes problemáticos de la U.A, lo que no esperaba es que uno de ellos le diera un vuelco a su vida.
Au sin quirks
Katsudekukatsu, es decir serán versátiles.
Los person...
Izuku se encontraba en la bañera meditando sobre su situación, aunque en su corazón ya había perdido, su lado racional le consolaba, animándolo a no rendirse, a que sólo resistiera y el enamoramiento de Kacchan desaparecería, lo que también le lastimaba un poco, ¿para qué mentir? ¿Y si llegaran a un acuerdo? Darse una oportunidad después de que el menor se graduara sonaba bien, pero en 3 años podían suceder muchas cosas, alguno o ambos podrían desinteresarse y allí acabaría todo, aunque de su parte lo veía poco probable; que Kacchan se viera envuelto con alguna banda, eso le hizo sonreír, a pesar de su aspecto el rubio se veía como alguien responsable, o quizás solo fuera con él, quería preguntarle a otros profesores sobre sus experiencias con el joven pero no quería demostrar ante sus colegas el mínimo interés; o ser apuñalado en plena vía por un celular con la pila pegada con cinta, sí, esa sonaba más convincente, y entonces qué ¿Dejarse llevar porque el día de mañana podría morir? No podía excusarse con eso. Había tenido la oportunidad de irse de allí hace poco, pero a cambio de ser el sugar baby de alguien, no es que lo viera como algo malo, pero no iba renunciar a su sueño, no tendría lujos sin embargo la satisfacción por hacer bien su trabajo le llenaba más que cualquier objeto material.
Ya el agua de la bañera estaba fría por lo que decidió salir, de pronto recordó que el rubio también era un acosador, y con el corazón algo acelerado corrió la cortina rápidamente... Nadie más estaba en el baño, bueno, no le había descubierto antes, era cierto que era despistado pero prefería atribuirlo a que Kacchan era bueno en lo que hacía, con ese pensamiento se sonrojó, con pena tomó la toalla y se cubrió rápidamente, después de unos segundos suspiró y se dijo a si mismo que era tonto estar tan paranoico, tal vez sí lo espiaba, pero no es como si tuviera poderes, era solo un chico, estaría cuando mucho afuera de su casa, le daba miedo no sentirse tan perturbado al respecto, preocupándose más por si estaría pasando frío o en la mira de malas personas... ¡BASTA! Éste niño no podía simplemente aparecer en su vida y volverse en lo único en lo que pensara. Decidió vestirse rápido e ir a hablar con alguien, darles vueltas a las mismas cosas una y otra vez en su mente iba a terminar volviéndolo loco, agarró sus cosas y salió a visitar a su mejor confidente.
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Tocó la puerta, esperó un momento y una figura familiar le abrió, aunque no la que esperaba.
- ¿Yagi-san? – Preguntó un poco asombrado, sabía que su madre se veía con su ex mentor, pero por lo general era en salidas, en un par de ocasiones estuvo presente y no le gustó, ser la tercera rueda era posición incómoda y si tu madre estaba involucrada la situación se potenciaba por mil.
- Joven Izuku, yo ehmmm... estaba haciendo un recado cerca y decidí acercarme a saludar a tu madre, luego te enviaría un mensaje para saber de ti también -.
- No se preocupe, está en su casa, a mamá le encantan las visitas – No quiso hacerlo más incómodo, todos allí eran adultos, si querían ser pareja estaba bien, incluso pudo notar al mayor un poco más llenito desde la última vez que le vio, prueba irrefutable que no era la primera vez que se pasaba por aquí, ya que ir a casa de Inko Midoriya era sinónimo de comidas caseras abundantes y no siempre saludables, lo que hizo que se filtrara un recuerdo del almuerzo del día anterior -.