Asi que, tengo estos días, a los que defino como malos días. Estos en los que me despierto desorientado, cuando todo parece caer en una neblina tan espesa que no me deja ser consciente de lo que pasa alrededor, y a veces se siente tan ligero todo, q...
Entonces, hace dos semanas oficialmente me derrumbe. Muchas lágrimas, mocos y dolores de cabeza. Una imagen que definitivamente no lucía bien. Así que, he decidí que hoy será el día en que oficialmente me construya de nuevo.
Un nuevo yo. Es excitante, encontrar una nueva meta después de once años, tal vez haga que la vida aquí abajo sea más llevadera.
Los escritores siempre están mencionando que un poco de tiempo al aire libre te despeja y te centra.
No es una opción para mí, claramente.
Así que decido seguir el segundo consejo más mencionado, y me levanto del escritorio por primera vez en horas.
Mi pequeña alacena luce demás abastecida con todos los tipos de alimentos dulces que pueda comer, sirviendo como demostración del como la conciencia persigue a las buenas personas. Y mi hermano es una buena persona. Me da todo lo que necesito, no debería cargar con la culpa de no poder darme la vida de otros adolescentes. No necesito esa vida, y el no necesita esa culpa.
Alcanzo de puntillas el estante de arriba y tomó un paquete de galletas de vainilla, y entonces la cierro. Enciendo a la parrilla y pongo encima la bandeja de metal con agua. Un proceso sencillo, solo queda esperar.
Unos minutos después, tres ingredientes, y eso es todo. Tomó un sorbo de la taza y automáticamente mi cuerpo y mente reaccionan de nuevo.
Agradezco en voz alta a la persona creadora del café.
Vuelvo a la silla, mi lugar favorito. Y los planes de seguir explotando mi mente se ven interrumpidos por el sonido de pasos en la parte de arriba.
Parece que alguien volvió a quedarse dormido.
Los pasos siguen apresurados, luego están bajando, el sonido de la puerta de mental deslizándose, el sonido de la puerta de madera crujiendo y abriéndose.
Y ahí está el.
–Buenos días, Hazzie. ¿Dormiste bien?, ¿Haz desayunado?, ¿Necesitas algo de afuera?– Ni siquiera me ha mirado, sigue moviendose demasiado ocupado revisando la alacena y el refrigerador– ¿Haz descubierto algo nuevo?, ¿Porque huele a animal muerto aquí?, ¿No está funcionando la ventilación?– Su mirada por fin se detiene en mi, y es entonces cuando se queda quieto–¿Qué haces en esa silla? ¡Son las 6 de la mañana! ¡Por Dios! Apuesto que ni...
–NIAALL– Le gritó mientras una sonrisa burlona se pinta en mi rostro. El siempre hace esto. Es divertido, pero es demasiado joven para tanta desesperación– Calmate, por favor. Estoy bien, tienes razón no dormí pero es solo porque no tenía sueño. Y tengo café con galletas– ladeo mi cabeza hacia la taza en el escritorio demostrando así mi punto – ahora mismo no necesito nada de afuera, así que si, puedes irte tranquilo.
El pone ambas manos en sus caderas. Esa pose no debería ser para el, siendo justo no puedo tomarlo enserio cuando hace eso. No sé lo digo, claro que no. Se que el sí se lo está tomando muy en serio, y es demasiado temprano para molestarlo. Así que, solo suelto un suspiro preparándome para seguir escuchándolo.
–¿Estas seguro? Porque no te ves bien Hazzie, estás demasiado pálido hoy– El se acerca y toma mi rostro entre sus manos revisando así toda mi cara– ¿Haz estado tomando tus vitaminas?, O ¿Se te han acabado y no me lo has dicho?– Pregunta esta vez mirándome fijo.
–Ni, estoy bien. Aún quedan suficientes, y no estoy pálido por Dios, tu estás paranoico.– me levantó y rodeó su cuerpo para ir al librero y tomar uno de los libros. Cuando me giró el sigue parado en el mismo sitio– Vamos, todo está bien. Date prisa mejor, tu superior no estará muy feliz con tu décima llegada tarde.
–Ugh, tienes razón. Esta bien, vendré en unas horas. Aliméntate, duchate y mantente a salvo, ¿de acuerdo?– se acercó a mi y me dio un beso en la frente. Yo sonreí.
–De acuerdo– mi hermano asintió y se dirigió hacia la puerta. Estaba a punto de cerrarla cuando recordé– ¡Ni, espera!– el asomó su cabeza para mirarme– Emm... están estos, tu los mencionaste pero no recuerdo el nombre... wakkis...
–¿Walkie-Talkie?– El dijo, y sí esa era la palabra.
–¡Si!, yo mmmm. ¿ Tu podrías conseguirlos para mi?–
–Si, yo podría. Buscaré hoy en el sector y si no los encuentro. Podría ir mañana al sector 3 y buscar allí– dice, y luego su ceño se frunce en confusión– ¿Puedo preguntar para que los necesitas?
–Yo, solo quiero intentar con algo nuevo, es todo– es la verdad. A medias. – pensé que estos podrían servir.
–Oh, esta bien. Si, entonces nos vemos– se despidió con una sonrisa y cerro la puerta– ¡Cuidate, Hazzie!– gritó a través de ella.
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Si le preguntas a la gente que es lo que quiere en la vida, la respuesta simple que pueden darte es ser feliz, pero tal vez sea la expectativa de querer ser feliz lo que no nos permite serlo.
No tengo una expectativa sobre ser feliz. Niall dice que tal vez no sabría reconocer la verdadera felicidad si la tuviese frente a mí.
Pero el me hace feliz. Descubrir cosas nuevas me hacen feliz. El café me hace feliz. Cuando algunas contadas veces escucho levemente el canto de los pájaros me hace feliz. Mamá me hacía feliz, y no puedo recordar si papá lo hacía, pero estoy seguro que sí.
Imaginar me hace feliz.
Como exactamente este momento. Tengo una rana. Una viva. Y lo más importante, ¡Sin tres patas o cuatro ojos!
Lo hice, creo que finalmente lo hice.
Fue dos horas después de que mi hermano se fuera, cuando decidí echar un vistazo al invernadero. Las plantas seguían vivas y lucían realmente bellas. Un gran logro según Niall. Pero eso no lo era para mí, no era importante, alguien ya lo había logrado cincuenta años atrás y ese alguien es la razón por la cual la ciudad sigue en pie y con vegetación. Por la cual las plantas en la ciudad están libres de radiación.
La noticia importante es que cuando pensé en mirar también a las ranas y peces. Ella estaba ahí, viva. Aún después de exponerla al 60% de la radiación que podría matar a una ser humano.
Grité. Quería salir corriendo a contárselo a todos. Antes de recordar que no había nadie alrededor.
De pronto se sintió como en esas escenas de los libros, donde el clima cambia drásticamente y un día soleado pasa a ser el día más nublado y triste que hayas tenido.
Porque aún si hubiera alguien a quien decírselo, nadie querría escuchar a un segundo. No antes de correr a sus casas con miedo a ser expuestos a una enfermedad. No antes de tener un arma apuntando a mi cabeza. No antes de ser desterrado.
Así que solo me quedé allí. Observando por horas, lo grabé, tomé algunas fotografías y la sonrisa seguía en mi rostro. Pero por dentro, solo sentía un vacío.
Lo había logrado, pero ni siquiera importaba. No lo hacía, porque no podría decírselo a nadie, y si nadie lo sabia, entonces nada cambiaría.