CAPÍTULO 3

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Los días fueron pasando y la dinámica era exactamente igual, nada de pláticas, nada de besos fuera de cuando tenían sexo. Satoru ni siquiera se percataba de cómo Yuji tenía siempre los ojos hinchados o como este cada vez se esforzaba menos por hablar con él o que se quedará a su lado, simplemente se limitaba a cumplir los deseos de Gojo.

Satoru en verdad creía que tenía todo bajo control, una vida perfecta, era guapo, tenía dinero y nadie sospechaba de lo que el creía su único defecto, ser homosexual. Sin embargo era algo que tenía completamente cubierto, tenía una prometida respetable mientras podía disfrutar de alguien como Itadori, tan lindo, tan tierno, tan suyo.

El ojiazul sabía que quizás todo podía salir mal, que tenía malos momentos ya sea por el pasado o por dificultades en el presente y no tenía control de eso, excepto de Yuji, él era lo único constante, el único que siempre estaba, lo único que era completamente suyo, tan suyo que no importaba que hiciera, lo podía controlar.

Sin embargo no podía estar más equivocado, ya que mientras él creía que manejaba completamente bien su doble vida. Itadori se agotaba cada vez más de todo aquello, estaba cansado de fingir, de mentir, de sentirse tan solo, tan usado.

Día tras día daba vueltas por su departamento, escribiendo y borrando mensajes que nunca mandaba, a veces quería contactar a sus buelo, a Megumi o a su hermano Sukuna, quienes eran la pareja menos esperada y con pocas expectativas de que funcionará, pero de alguna manera lo habían logrado, muy diferentes a Itadori y Satoru.

Pero de contactarlos ¿qué les diría?, como aceptar que todas sus advertencias habían sido reales, como admitir que se había equivocado y había perdido tanto tiempo en alguien que estaba lejos de tan solo quererlo un poco de lo mucho que él lo amaba.

Poco a poco aquella soledad a la que creía que se había acostumbrado , comenzó a ser cada vez más asfixiante y la idea de saber que Gojo podría estar con su prometida o cualquier otra persona, lo estaba volviendo loco, dándose cuenta que trago tras trago aquellos pensamientos se aturdían un poco. ¿Por qué era el único que sentía estar en una relación? No había compromiso alguno de por medio, tampoco ningún acuerdo, era únicamente una situación a la que habían llegado.

Así que como si se tratara de una epifanía, Yuji se dio cuenta que, quizás él podría jugar igual, tener una doble vida, llenar aquellos vacíos que Satoru le dejaba sin necesidad de que este se enterase. ¿Sería capaz?.

No lo sabía, así como tampoco sabía que aquella decisión lo llevaría a una nueva y complicada debilidad.

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