C A P I T U L O 1 8

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—Voy a comprar un helado ¿Quieres uno? —Me pregunto Cameron a lo cual yo acepte.

—¿Te gustaba vivir aquí? —me pregunto mientras caminábamos hacia el puesto.

—Sí, era divertido venir con mis padres y mis hermanos cuando eran unos bebés.

—¿Les afectó demasiado a ustedes la separación de tus padres?

—A mí no me afecto realmente, sabía que mis padres tenían sus problemas, ya era lo suficientemente grande para entender que es lo que estaba pasando y que esto no era el fin del mundo, pero mis hermanos no lo entendían, estaban acostumbrados a que sus dos padres les prestaran toda la atención a ellos y con el divorcio mi padre se fue de la casa y los dos se sumergieron en el trabajo.

—¿Y qué pasó contigo?

—Les di la atención que les faltaba, me hice cargo de mis hermanos intentaba que no sintieran el gran cambio que dio la familia así que me olvide de mi —conteste encogiéndome de hombros.

—Wow, Holly eso no es para restarle importancia.

—Pues no es muy especial si lo piensas.

Cameron me regalo una sonrisa para después atraerme con su brazo y depositar un beso en mi coronilla.

—Claro que es especial, eras muy joven para asumir esa responsabilidad, a esa edad la mayoría de las chicas se pueden arrastrar en el suelo para pedir la atención de alguien y más de sus padres.

— Tal vez sí, pero mis hermanos son mi mundo, haría todo por ellos y supongo que tampoco lo pensaba demasiado en las consecuencias cuando veía sus sonrisas.

—Eres maravillosa —deposito un sonoro beso en mi mejilla para a continuación hablar con el heladero.

Una vez tuvimos nuestros helados nos sentamos enfrente del habitad de unos hermosos tigres.

—¿Te gusto conocer a alguien igual a ti? —bromee.

—Claro, es una profesión que pocos tienen el don.

Estuvimos mucho tiempo bromeando y riéndonos.

Me sentía feliz, disfrutaba estos momentos con Cameron donde eran risas y felicidad, momentos tan simples pero duraderos, memorias que espero recordar.

Estaba encantada ser parte de las razones por la cual justo ahora Cameron estaba riéndose, se veía tranquilo y alegre con una gran sonrisa genuina, la manera en la que me seguía la corriente y como se retorcía de la risa y ese pequeño sonido que parecía a un puerquito me parecían tiernos .

Cuando se hizo lo suficientemente tarde nos fuimos del zoológico, dimos una pequeña parada en la casa de mis padres para despedirnos y nos marchamos a casa y en vez del eterno silencio de la vez pasado hubo cantos y aullidos por todo el vehículo.

Me sentía contenta de que nuestra relación no se hubiera tornado tensa, suficiente tenía con mis dramas, sabía que lo teníamos que hablar en algún momento pero no sabía si ese momento era ahora .

—Espero que lo hayas disfrutado, sé que le caíste bien a mi familia —comenté.

—Tu familia es genial, con todos sus peros como toda familia pero me hicieron sentir bienvenido cuando ni siquiera tenía invitación.

—Me alegra, ¿hablaste con tu familia?

—Sí, cuando ya me iba a dormir hable con mi familia la cual te deseaba una lida navidad y año nuevo.

Sonreí de inmediato, sabía que les había caído bien pero ese pequeño gesto me puso feliz.

—Hazles saber que también les deseo un feliz año nuevo —el castaño asintió acomodándose en su asiento mientras seguía caminando.

A Pesar De TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora