Capitulo 1: La emotiva despedida

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Fue el un invierno muy frío en Japón, el mas frío desde mil novecientos y algo, esas cosas que siempre dicen los meteorólogos. Yo era muy joven entonces, pero no creía que hubiera futuro más allá de vivir en Tokio. Quería estar con mis amigas, ir lo más cerca posible y luego ver qué estudiar en la universidad, metas normales. Tal y como salieron las cosas, no pasó. Dejé todo atrás y casi fue como empezar una nueva vida.
De haber sido por mí amiga Magnolia, probablemente me habría matado. La había conocido por casualidad muy poco antes, pero con el tiempo llegué a descubrir la horrible verdad. Esa fue la primera parte. A partir de entonces me ocurrieron cosas extrañas. Acepté volverme aprendiz de mago. Descubrí que la ciencia apenas sabía un cuarto del mundo. Me enamoré. Y volé sobre el agua en una escoba. Eso fue hace mucho tiempo, claro, pero recuerdo bien aquellos tiempos, los recuerdo como el principio de mi vida. Pero no les contaré el principio, principio, les ahorraré las babas, la cuna y solo saber contar hasta diez. Iremos al punto de inflexión. Iremos cuando tenía catorce años.

***

Cuando mí padre me dijo que nos mudaríamos a Seattle me opuse y trate de quedarme por todos los métodos posibles. Pero era tarde. No me estaban consultando, ya estaba decidido. Me hubiera gustado discutirlo con mí hermano si tuviera uno. Ser hija única no es fácil.

Mudarme no fue divertido como especulaba mí padre. Cuando metí todas mis cosas dentro de seis cajas me sentí vacía. Abandonaba el cuarto que me había visto crecer y el departamento que conocía desde niña. Pero sobre todo, dejaba Tokio y mis amigas. Fue como una puñalada en el corazón.
Adiós al enorme Monte Fuji que veía entre los edificios, a las pijamadas en la casa de Asami y usar su pileta en verano, adiós a la tiendita al final de la calle, y el gato gris de mi vecino que siempre se dejaba acariciar. Las pequeñas cosas que antes me parecían normales comenzaron a importarme.

***

Aquel día en el aeropuerto estaba triste pero con mis dos mejores amigas a mí lado, no me sentía tan mal. Pero pensar que no las volvería a ver me deprimía aún más.

-No es cierto. -Dijo Asami con su característica sonrisa

Asami era pequeña, de largo cabello rubio y ojos verdes. Era como una rareza en Tokio. Recuerdo que nos hicimos amigas cuando un perro nos persiguió de camino al colegio.

-Nos podremos llamar y escribir por el grupo. -Señalo Asami animadamente aunque sus ojos decían otra cosa

-Cierto. No te preocupes Akiko, mí amor, estaremos contigo. -Continuó Kyomi

Kyomi era la más alta del grupo. Tenía las puntas del pelo teñido de verde, lentes cuadradas y siempre llevaba un gorro color rosa chicle. Ese gorro lo había ganado Kyomi en una feria, en un juego de tirar aros en botellas. Lo usaba como un recordatorio constante de su victoria.

-Pero las voy a extrañar mucho. -Susurre miran mis botas de nieve

En ese momento era invierno, bastante frío incluso había nevado ayer. Pero en Estados Unidos seguro que era verano.

-Nosotras también pero no queremos que sientas sola. -Dijo Asami poniendo una mano en mí hombro

-Tranquila, Akiko mí amor, ya sabes que no importa a donde vayas siempre vamos a estar juntas. -Dijo Kyomi señalando el estuche de guitarra en mí espalda

Las chicas me habían pedido que no abriera el estuche hasta llegar a Seattle. Tuve que contenerme toda la noche para no hacerlo.

-Gracias chicas. -Dije mirándolas a los ojos

Si lo hubiera hecho antes me hubiera dado cuenta que las dos tenían los ojos llorosos. Yo me había estado conteniendo pero comencé a dar respiraciones entrecortadas y mirar al techo

-Si vas a llorar...¡Llora conmigo! -Grito Asami, atrayendo algunas miradas de las personas, antes de lanzase y darme un abrazo

Apoyo su cabeza en mí hombro mientras me abrazaba fuertemente. Yo comencé a sollozar. Asami abrió el abrazo para dejar entrar a Kyomi.

-Vamos, unite...-Pidio Asami

-Saben que no soy de los abrazos.-Explico Kyomi apretando los labios

Asami mantuvo abierto el abrazo.

-Okey.-Soltó Kyomi acercándose

Las dos me estuvieron abrazando por un rato. Asami y yo oímos sorprendidas llorar a Kyomi.

-Perdon...si no las abrazo mucho es que no quiero llorar. -Contó Kyomi pasándose la manga de su campera por los ojos

-Awww.-Dijo Asami abrazándola más fuerte

Quería durará más, más bien quería que fuera eterno. Pero entonces escuché como por los altavoces decían «Vuelo 22 a Seattle partirá en veinte minutos, pasajeros se les ruega abordar.» Tras eso mí madre poso su mano sobre mí hombro.

-Ya es hora Akiko. -Dijo mí madre con una sonrisa cerrada

Mí madre, me hacía tan feliz verla. Con su largo y lacio cabello negro con algunas canas, a ella le molestaban pero yo creía que están bien, su voz y su, su, es extraño pero no necesitaba concentrarme en sus rasgos para quererla. Pese a estar triste verla me animaba un poco.

-Entiendo. -Me límite a decir en un susurro

Las tres nos separamos. Primero le di un beso a Asami, en la mejilla.

-Adiós Asami, hasta nunca. -Dije agarrándole las manos

-No seas tan negativa, ¡Que sea hasta siempre! -Respondió Asami guiñando un ojo

Le contesté con un movimiento de cabeza. Fui con Kyomi.

-Toma. Para el viaje. Las altas alturas te taparan los oídos. -Advirtió Kyomi, entregándome un paquete de chicle de menta, mientras miraba para otro lado como si no importara

-Gracias Kyomi...Fui un gusto conocerte. -Dije con una sonrisa triste. -Espero volver a verte pronto

-Y yo también. -Respondió Kyomi extendiendo su mano cerrada. -¿Puño?

-Puño.-Afirme yo

Ambas chocamos los puños y hicimos como una si nuestras manos fueran una explosión.

Con desprecio tire de mí valija con rueditas y se acerque a mis padres que estaban por subir por una escalera eléctrica. Me amontone con ellos y comenzamos a subir mientras nos seguíamos despidiendo con la mano.

***

Trate de estar cerca de una ventana pero según los boletos eso no era posible. Pero gracias a que mí mamá se sentaba al lado mío pudimos cambiar lugares.

Tras una larga espera, todos los pasajeros entraron y la puerta se cerró. Las azafatas se juntaron y anunciaron que pronto iniciaríamos el despegue. El avión comenzó a moverse por la pista, pasando al frente del edificio central del aeropuerto. En una de las ventanas me pareció ver a las chicas así que las saludé eufóricamente. Incluso existía la posibilidad de que no fueran pero no me importaba.

Fue duro cuando el avión acelero a gran velocidad por la pista y pedí de vista el aeropuerto. Sentí el avión despegar.

Adiós casa, adiós amigos, adiós Japón.

Decidí comer un chicle de Kyomi. El sabor a menta no me calmó.

Aquí acaba este capitulo. Muy corto pero también es lo que buscó. Advierto que los primeros capítulos no tendrán magia pero después ya habrán fantasmas, hechizos y bla. Un saludo.

Vigilantes de lo AnormalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora