«Ella me dijo que empezara a confiar en ella. Y empecé a hacerlo»
Klaus
Klaus observó la casa... Aquella casa que hacía años que no pisaba.
Parecía que todavía vivían personas y no supo si era bienvenido o si, por el contrario, sería echado como la bestia que era.
Sus piernas estaban inmóviles, sin poder moverse del sitio en el que estaba y seguía mirando, detalle a detalle, aquella hermosa casa. Lejos de no poder moverse, su sonrisa estaba ahí, deseando poder desplazarse y entrar a ese lugar, como tantos recuerdos tenía su mente. Pero su sonrisa se borró al recordar todo y como aquella mujer estaba tirada en el suelo, recordándolo una y otra vez.
Intentó mover sus piernas, pero seguían sin responderle. Era como revivir aquel día de nuevo, sin poder hacer nada, paralizado por lo que había visto y vivido. Klaus se sentía el peor villano de todos al no poder hacer nada y dar vuelta atrás a su reloj para invertir aquel momento. Pero ese reloj no existía y lo que pasó, ya había pasado.
Tragó saliva y siguió esforzándose por moverse, hasta que el sonido de un niño le hizo abrir los ojos como platos.
Se giró y descubrió que estaba en su cuarto, en el piso de Ágata, con la oscuridad de la noche y la luz de la luna iluminando una parte de la habitación. Pero lo que le llamó la atención fue la silueta de un niño. Una silueta que conocía a la perfección.
—Michael —murmuró su nombre y sus ojos empezaron a enrojecerse.
El niño lo miraba como si el mismo diablo fuera y no lo quería, no quería ni verlo.
Sus puños estaban apretados mientras miraba a Klaus y él se sentía el malo de la película.
—Perdóname... —susurró Klaus.
Pero esta vez, ese niño no dijo nada, no como la vez pasada. Estaba callado, mirándolo, casi señalándolo por lo que había echo o dejado que pasara y así, lo volvió a culpar. Pero no era ese niño, era su subconsciente quien lo culpaba, siendo la más poderosa del ser humano.
Klaus se despertó con lágrimas en los ojos y mirando hacia todos lados de su cuarto. No encontró rastro de ese niño, pero si estaba en su mente y no paraba de perseguirlo por la culpa que sentía de haber dejado que pasara lo que ocurrió.
Y con el cuarto cerrado con llave para que nadie entrara, empezó a llorar en silencio sin que nadie lo viera. Como nadie lo había visto... Absolutamente nadie.
🥀
—Puta hostia —insultó con todas las ganas Black mientras miraba su bocadillo que recién había comprado en el bar de al lado. —¿Quién mierda se le ocurre no ponerle mayonesa a un bocadillo?
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PROHIBIDA [+18] ✔️ (COMPLETA)
Mystery / ThrillerKlaus, uno de los guardaespaldas más requeridos, recibe una suculenta oferta de trabajo que podría jubilarlo a sus 36 años y vivir una vida más tranquila. Cuando la acepta, no se esperaba encontrar a una hermosa escritora y periodista amenazada de m...