Capítulo 3. El gran rescate

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Con el pasar de los días las cosas no parecían mejorar, Lily se negaba a hablar con su padre, lo evitaba a más no poder. La niña tenía el pensar de que Severus la repudiaba, que no era la hija que él quería y por eso le enviaría a un colegio a cientos de kilómetros de distancia, donde no tendría que verla salvo en vacaciones, a no ser que la envíe donde los Malfoys solo para quitársela de encima. Y también estaba el pesar de no volver a ver a sus amigos, no vería a los gemelos, a Dianne o a Harry, Ron y Hermione (a Draco lo vería de cualquier forma, eran familia). Lily pasaba las tardes en su cuarto, pensando en una forma de volver a Hogwarts.

Tres días después de su cumpleaños, Lily se encontraba en su habitación, era tarde por la noche, el sol se había escondido hace horas y en su lugar dejó a la hermosa luna menguante, que parecía sonriente en el cielo, Lily tuvo la impresión de que se burlaba de ella y eso la puso de mal humor. Se disponía a dormir cuando escuchó unos golpecitos en la ventana, creyó que sería una lechuza con alguna carta, pero cuando abrió las cortinas lo único que había ahí era la cara sonriente de Fred Weasley. ¡¿FRED WEASLEY?!.

Lily casi grita pero Fred le hizo una señal desesperada con la mano para que guardase silencio. Lily abrió la ventana.

- Hey, hola ¡Sorpresa! -susurró el pelirrojo.

- ¿Qué diablos hacen aquí? Si mi papá los ve va a...

- Lo sabemos. Sube rápido, tenemos que ir por Harry.

- ¿Ir por Harry? ¿Cómo?

Lily miró con atención y se dio cuenta que Fred estaba subido en un auto que flotaba al lado de su ventana, George iba en el volante y Ron la saludaba desde el asiento trasero.

- Te lo explicamos en el camino ¿Vienes?

- Dame un segundo.

Lily cerró las cortinas, su mente iba a mil por hora, no iría a Beauxbatons, no regresaría ni siquiera a esa casa. Los gemelos eran su salida de ahí. Tomó una valija de viaje y la llenó con ropa y un par de libros, luego se cambió de ropa, poniéndose el suéter que la señora Weasley le había regalado y un pantalón negro. Tomó a Newt y lo puso en el bolsillo de su pantalón, antes de volver a abrir la cortina y tomar la mano de Ron para subir al auto volador. Su corazón latía a mil por hora y no se podía creer que realmente estaba huyendo de casa.

- ¿Y bien cual es el plan?

- Ir a casa de Harry, sacarlo de ahí y llevarlo a la madriguera -dijo Ron.

- Es un muy buen plan -respondió con sarcasmo Lily.

- Si no es mucho preguntar -comenzó Fred-. ¿Por qué tanto equipaje?

- Ah no es nada, estoy huyendo de casa -se encogió de hombros.

- ¿Tú qué?

- Severus quiere enviarme a Beauxbatons este año -declaró Lily.

- ¿Qué? ¡No puede hacer eso! -dijo Fred desde el asiento del copiloto.

- Sí puede y lo hará -dijo Lily con la voz rota.

- Oh vamos pequeña Snape, no estés triste -Dijo George, alargando la mano para revolver su cabello.

- ¡Manos en el volante Weasley! -gritó Lily cuando el carro comenzó a irse para un lado.

Los tres rieron.

- Hey te tenemos una sorpresa -quiso animarla Fred-. Cierra los ojos.

Lily lo hizo, aunque desconfiaba un poco.

- Ahora, mira por la ventana -dijo unos momentos después.

Lily asomó la cabeza por la ventana y bajo ellos se encontraba la resplandeciente y hermosa ciudad de Londres, con sus luces que parecían nunca apagarse, ni siquiera a esas altas horas de la noche. Las personas seguían caminando apresuradas, de un lado a otro. Aunque estaban a una altura considerable, así que casi no las podía distinguir.

Los Mellizos Potter y la cámara de los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora