Capítulo uno

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Uno: Libre por fin.


MATT.

Un puñetazo más en el abdomen y cedí, el dolor era espantoso y las esposas apretadas no me dejaban sentarme en el suelo, lastimando mis muñecas. Hice un pequeño gesto de dolor combinado con una sonrisa. Él me agarra mi cabello y me levanta la mirada jalándome.

—¿Cuando vas a cambiar? Matt —Su mirada radia confusión, tristeza, enojo. Lo mire fijamente a los ojos después de unos segundos sin quitar mi pequeña sonrisa—. ¿cuantas veces te lo he dicho?, no quiero verte otra vez aquí, no siempre podré abogar por ti —Sonreí abiertamente y él me suelta el cabello y el dolor en la muñeca me hizo hacer un mueca de dolor.

—Demoraste mucho para el sermón de hoy, Bill —respondí y él soltó las esposas haciendo que me sentara de golpe y sobara mis muñecas.

—Tu hermana vendrá por ti en un rato —me levanté lentamente y él me lanza un trapo húmedo—, límpiate la sangre con eso, no demorará en llegar —Al decir eso empieza a caminar cerrando mi celda y yo tomaba aire de la golpiza que me habían dado, tienen la mano pesada, con cada golpe parecía que te doblaban un órgano.

—Asique... —La voz de Kurt se escuchó en la celda de alado. —Te vas al fin, niñato —Me senté recostando mi espalda en la pared que nos separaba limpiándome con el trapo que me habían dado.

—Eso parece —dije limpiándome la sangre del rostro, me dolía. Cada parte de mi ser dolía—, Creo que Bill y sus amigos me van a extrañar, esos golpes fueron más brutales que de costumbre.

—Esa es su manera de despedirse —reímos unos segundos y el dolor me hizo dejar de reírme y hice una mueca de dolor.

Mi sonrisa desapareció después de unos segundos. Kurt se quedará solo, todas las veces que me salvo el culo para que ahora yo lo abandonara. Dude por unos segundos, él no era sentimental, en ninguna parte de él parecía haber sentimientos aveces, pero aún sigo sin entender porque me cubría la espalda aquí, tenía que sacarlo, de alguna manera.

—Recuérdame cuanto es tu fianza, Kurt... —un silencio incómodo. Un silencio que podías percibir como que la otra persono no sabía si hablar o no.

—Cuatrocientos dieciocho mil, doscientos treinta si mal no recuerdo. Homicidio, más robo y conduciendo drogado, simple.

Demonios, como mierda conseguiría yo ese dinero. Suspire cerrando mis ojos y bajando la cabeza.

—Matt —Dijo ganando toda mi atención—, te protegí porque me dio la gana, estaba aburrido, no me debes nada. —Eso me hizo sonreír, ¿como que no te debo nada? Cuantos tipos aquí no me quieren matar a golpes.

—Conseguiré ese dinero porque me da la gana —dije y se escucha como bufa.

—Terco como siempre, —Sonreí, antes de que dijera algo más se escuchan las rejas abrirse, pasos de esas botas en el silencio de los pasillos, me los aprendí de memoria, por si tendría que esconder algo, tenia que estar atento a todo—. Creo que ya te vinieron a buscar —Sin yo responder me levante, agarrando una navaja que me había regalado Kurt y guardándolo en el bolsillo. La puerta de mi celda se abrió y era uno de los hombres de Bill, me miraba serio.

—Ya llegaron por ti, —Dijo parándose a un lado dejándome el camino libre para salir de la celda—. Andando —No dije nada, simplemente empecé a caminar hacia él lentamente agarrándome el abdomen del dolor. Yo extiendo mis manos y el me pone las esposas sin apretarlas y yo al ver que no lo aprietan como de costumbre sonreí burlonamente.

Entre Lineas y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora