Capítulo tres

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Tres: el diablo sabe cómo tentarte.


MATT.

Aspiré el humo hasta que llegara a mi cerebro causando su efecto. Mis ojos deben estar enrojecidos y adormilados por el efecto de la hierva. Había pasado una semana y aún pensaba como podría conseguir los cuatrocientos mil de la fianza de Kurt. Pensaba mucho en eso. No puedo robar un banco, moriría antes de salir con el dinero, aunque bien planeado podría salir bien, pero... quien me aseguraría de que podría salir bien. Me distraje viendo a unas chicas que me hicieron viajar entre mis recuerdos. Una de ellas se me quedó viéndome como si buscara en su mente de donde me conocía. Ella se paró y le dijo algo a la chica que estaba con ella. Esperó en la acera que un carro pasara y luego caminó hacia mí y cuando estaba justo en frente de mí me miró confundida.

—¿Matt? —Preguntó con voz suave y yo me quedé viéndola con una pequeña sonrisa. Había cambiado en estos dos años, su cadera se ensanchó y tenía un poco más de busto, tenía un pantalón corto jeans y un ombliguero sin mangas. Antes ocultaba más su cuerpo, pues, era obvio, era más niña, ahora debe tener quince años, aunque parecía de más años. pero la conocía perfectamente, claro, es la pequeña hermana de mi cómplice en los delitos, aunque se negó a ir conmigo la última vez en la cual me agarro la policía, él me había dado el arma.

—Pero que tenemos aquí —Articulé mirándola a los ojos con una sonrisa. Ella sonrió y me abrazó por la cintura estando entre mis piernas abiertas ya que estaba sentado en un muro lo suficientemente alto para que ella me llegara hasta un poco más del abdomen. Yo boté el porro y la abracé de un solo brazo y después de unos segundos se separó de mi.

—¿Cuándo saliste? —Preguntó poniéndose las manos en su cintura esperando mi respuesta. Yo miré a la que la acompañaba. A ella si no la recordaba, sera una chica nueva en el barrio. No le tome importancia y volví a mirar a Sofia.

—Hace como una semana —Respondí poniendo mis manos agarrado a mis costados del muro inclinándome un poco hacia delante.

—Que bien —dijo alegremente cruzando sus brazos bajo sus pechos. Sus ojos estaban sobre los míos y ella sonríe después de unos segundos haciéndome ver que tenía frenos—. Te estás dando fuerte ¿eh? —Ambos soltamos una pequeña carcajada y yo bajo mi mirada ya que mis ojos debieron estar bastante enrojecidos para ella decir eso. Volví a verla y ella seguía viéndome—. ¿Y cómo estás? —Preguntó y me demore en contestar.

—Estoy bien ¿y tú? —Le devolví la pregunta y ella demoró al igual que yo para contestar.

—Bien —Respondió asintiendo.

—Eso veo

Ella notó casi al instante a lo qué me refería y sobo su antebrazo debajo de sus pechos. "Crece un poco más y tal vez podré corresponderte". Mis palabras cuando me declaró su amor a los once años. Aunque solo fue para no decirle que era muy pequeña para eso, quise hacerla sentir bien y lo decirle un no por estar muy pequeña, con la intención de que se le fuera a olvidar. Pero ya veo que no.

Para ese entonces Jess recién acababa de mudarse al barrio, y aunque sentía desde ese entonces la química con Jess, nuestra relación no era tan amistosa. Pero Sofia me adoraba cada día que iba a casa de Harry. "Mi virginidad sera tuya, Matt". Una bonita mentira. No podía culparla, no somos nada, solo es la hermanita de un colega. Pero no dejaba de pensar que alguien se me había adelantado en ser el primero, y lo había notado desde que la vi. Ya no era virgen. No se desde cuando, pero lo sabía, ella sabía que lo había notado y antes de que me quisiera explicar hable—: No tienes que explicarme nada. No estabas obligada a cumplir lo que dijiste cuando estabas aún más niña. —Dije bajándome del muro y parándome al frente de ella teniendo que bajar mi mirada un poco y ella tener que mirarme hacia arriba gracias a tener unos cuantos metros más que ella. Sus labios estaban ligeramente abiertos y sus ojos mirando los míos. Era notable qué estaba nerviosa—. Creó que sigo teniendo el mismo efecto en ti. —Susurré y ella miró hacia un lado sonriendo y mordiendo suavemente su lengua y luego apretaba sus labios mirándome otra vez con su cabeza ligeramente inclinada y luego vuelve a bajar su mirada y en cuestión de segundos vuelve a mirarme apretando sus labios.

Entre Lineas y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora