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Kangdae cumple 57 años en diciembre y organiza una fiesta como solo él puede. La invitación, para Ten y un invitado, llega a través de Taeyong dos semanas antes.

Como era previsto, Kangdae está hasta las orejas en dinero. Dinero viejo. Dinero nuevo. Dinero virtual. De cualquier manera que pueda tenerlo en sus manos, ha podido hacerlo. Los rumores en Oxford son tan indelebles como la historia de la escuela, y a Ten le encanta el absurdo de que Kangdae tiene un pozo de petróleo en el patio trasero de su propiedad en Chelsea. La misma finca donde el llega ese lunes por la noche.

Cristo. —susurra Kitty mientras suben las escaleras hacia la mansión con fachada de estuco.

Actúa natural. —le dice Ten.— Nunca sabrán que crecimos en una granja.

Kitty se ríe y se lleva la mano a la boca cuando se abre la puerta. Un mayordomo, extraído de las páginas de Gatsby, les permite entrar.

¿Nombre por favor? —él pide.

Ten Leechaiyapornkul, e invitado.

Bienvenidos. —es su respuesta.— Por favor, llámeme Marcus. Estaré encantado de llevar sus abrigos.

Él y Kitty ajustan su atuendo cuando se van los abrigos. Lleva un blazer de terciopelo negro que le queda ceñido y parece caro, pero solo le costó quince libras en la tienda de caridad local. Kitty también está vestida de negro, su vestido de lentejuelas y manga larga. Ella dibuja su largo cabello negro sobre un hombro y le lanza una sonrisa.

¿Vamos?

Él le ofrece su codo y ella lo toma.

Se hace más fácil con champán. La casa es enorme, dos veces más grande que la de Taeyong, y abrumadora, pero el zumbido brillante de las burbujas suaviza los bordes. Incluso los invitados, la mayoría de ellos regios con sonrisas vulpinas, parecen menos intimidantes. Hay una variedad de todas las universidades notables. Ten reconoce a algunos del departamento de Literatura de Oxford. Alguien pasa al lado suyo y jura que lo ha visto en la televisión y cuando una mujer que se parece alarmantemente a Zadie Smith se desliza a la habitación contigua, Ten casi se ahoga. Él no va tras ella. Eso sería extraño y para entonces ya tiene tres copas de champán.

Cuando finalmente ve a Jaehyun, corta a la multitud con Kitty, ansioso por una cara familiar. Solo cuando se acerca se da cuenta de que Jaehyun y Rose tienen compañía.

Vestido impecablemente con un esmoquin de carbón con una corbata de seda negra, Taeyong baja su copa de martini. El corazón de Ten tartamudea. No es inusual, el tartamudeo. No desde esa mañana.

La oficina de Taeyong había estado más caliente de lo normal debido al calentador que Taeyong trajo en contra de los deseos del departamento. Estaba acurrucado sobre su escritorio, garabateando en los márgenes de un libro y empujando sus gafas con el nudillo en incrementos de dos minutos.

Estás encorvado. —dijo Ten.

Viviré.

Cuasimodo vivió.

—Tenía una deformidad física. —dijo Taeyong.— Eso es insensible de tu parte.

Vas a desarrollar problemas de espalda. Eso es todo lo que digo.

Ya los tengo.

Ten cerró su libro.

Yo también los tenía, pero mi madre es masajista. Ella trabaja en hogares de ancianos ahora.

come as you are│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora