secretos.

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Las primeras semanas de cualquier cosa no eran cosa fácil, ya que siempre implicaba adaptarte a algo nuevo a lo cual no estás acostumbrado.

Y justo eso era lo que le estaba pasando a Eren Jaeger.

La alarma estaba sonando desde hacía aproximadamente cinco minutos, y aquel joven aunque estaba despierto, permanecía en su cama, con visibles ojeras bajo sus ojos y pensamientos sobre quedarse en casa, pero tampoco quería dejar una mala impresión a sus superiores, así que aún sin demasiadas ganas, se levantó y empezó a prepararse para que al cabo de unos minutos, emprendiera camino al hospital, donde llegó a ponerse su uniforme bastante cansado aún.

—Hola, Eren—. Saludó Armin al chico, Eren realmente no sabía cómo siempre estaba tan activo. —¿Qué tal tu día?—.

—Eren, te traje un café—. Avisaba una chica de cabello negro acercándose al más alto con aquel dichoso líquido.

—Hagan lo que hagan no van a lograr que quiera que vivan conmigo—.

Y ahora escuchaba quejas por parte de ambos muchachos.

Jaeger se sentía bastante solo desde que comenzó a vivir en aquella enorme casa, ya que no había nadie que estuviera acompañándole, y siendo que era una casa bastante grande con cuartos extra, decidía que sería una buena idea poner avisos en el hospital sobre que buscaba compañeros de cuarto.

—Vamos Eren, vivo con mis padres, no quieren dejarme ir hasta que consiga una casa cerca del hospital—. Pedía Armin casi rogando.

—Yo vivo en hoteles, Eren, por favor, danos esta oportunidad de tener una vivienda digna—. Y ahora, Mikasa en conjunto con el rubio, comenzaba a suplicar.

—No quiero verlos a diario durante todo mi día, quiero darme la oportunidad de conocer gente nueva—.

Claro, su plática habría seguido, pero eran los últimos ahí, esperando a que les llamara su titular o que fueran a buscarles mediante el beeper.

Y eso fue precisamente lo que pasó.

—¿Quién les dio permiso de estar aquí holgazaneando?—. Inmediatamente al escuchar aquella voz, se levantaron con rapidez, dispuestos a ir con el dueño de la voz, quien precia que prefería regañarlos.—Corran y hagan otra cosa, son internos, el futuro de este hospital, y no van a lograr nada si son solo una bola de holgazanes que solo quieren estar dormidos o comiendo sin centrarse en su trabaj-

--Te traje el panqué de limón que querías, Levi--. Pronto, Ackerman fue accidentalmente interrumpido por una amable voz. --Ahora no podrás decirme que el bebé tendrá cara de pan cuando nazca--.

La expresión de los internos que estaban presentes allí, no tenía precio, ya que estaban comenzando a descubrir uno de los sucios secretos que guardaba el hospital.

—Erwin, ¿eres tonto o de verdad te esmeras en parecer uno?, te dije perfectamente que nada de nuestra vida privada frente a los internos—. Pero ahora, la mirada del pelinegro se posaba en aquel postre, por lo cual lo tomó sin decir nada más, solo lanzándole cierta mirada al rubio. —¿Y ustedes por qué tienen esa cara?, ¿Acaso nunca han visto una pareja homosexual?—.

—¿U-Ustedes están casados?—. La confusión en el rostro de Arlert continuaba allí. —¿Y esperan un hijo?, estoy algo aturdido por demasiada información en este momento—.

—Me pregunto lo mismo de Armin, no tengo ningún problema con relaciones entre dos personas del mismo género, ya que tampoco me importa si yo llego a enamorarme de un chico, solo es por mera curiosidad ahora—. Una sonrisa nerviosa ahora estaba alojada en el rostro de Jaeger.

Saving lives | SNK hospital AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora