El Midtown de Manhattan…hogar de, entre otros cosas, el periódico Daily Bugle.
Es muy temprano y solo hay unas pocas luces en la sección de noticias locales…el turno de noche. Defendiendo el fuerte hasta que vuelva el turno de día para redactar el periódico de la mañana siguiente.
Las calles que rodean el edificio del Bugle están desiertas…excepto por una hermosa pelirroja de ojos angustiados.
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Se detiene delante del edificio como si se hubiese perdido.
Y, para ser sinceros, se ha perdido.
— Spider-Man…— fue lo único que pudo pensar al ver una foto del héroe en un periódico con el encabezado, "Vuelve a salvar el día"— He oído hablar de él, claro, pero siento que debería conocerlo…que somos…amigos…
Niega con su mano y empieza a caminar de nuevo por las ceras.
— ¡Esto es ridículo! ¿Cómo podría una profesora del norte de Nueva York, ser amiga de un importante superhéroe de la gran manzana?— se preguntó con la mirada puesta al frente suyo—. Pero…ver su foto me recuerda algo…importante, pero no sé que, y cuanto más lo intento, más confuso se vuelve todo.
Baja por la calle tan tranquilamente como si fuese mediodía en lugar de unas pocas horas después de la medianoche…
…tan ensimismada que no se da cuenta de que ya no está sola.
— ¿Qué…?— un hombre susurró a un amigo—. Pellízcame, Billy…¡Estoy soñando!— entusiasmado de solo ver a Natasha Romanoff caminar sola por la calle—. Vamos, chicos.
Siguen a la mujer toda una manzana.
Quedándose entre las sombras. Sus pisadas no hacen ruido y tienen los sentidos alertas por si se acerca algún coche patrulla.
No pasa ninguno. Está tan pacífico, que uno casi creería que el automóvil no se ha inventado.
— Está vagando…no va a ninguna parte— susurro uno de ellos al verla caminar sin ningún rumbo fijo—. Tío, esto es demasiado bueno para ser cierto.
— Buenas noches, señorita— la pelirroja voltea y ve a dos hombres, el que le habló era uno gordo con un porro en su boca—. Es una noche muy fría para que una chica guapa como tú ande sola por las calles. Y es muy tarde. Mis amigos y yo pensamos que agradecería la compañía. Me llamo Alex, ¿Y usted?
— ¿Qué…?— la pelirroja se asustó al ver a ese grupo de hombres.
— No tiene de que asustarse, señorita. Solo queremos ayudarla, ¿Verdad, chicos?— Alex apuntó detrás de ella.
— Claro, Alex. Somos todo unos caballeros…auténticos? Soy Scouts— uno de cabello largo respondió mientras rodeaba a la pelirroja junto con otros dos hombres.
