CAPÍTULO 1.

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Nuevos comienzos o solo el mismo camino.

MARINA.

Tengo tantas cosas encima que siento que me ahogo, el aire me está asfixiando, mis secretos me están hundiendo y no veo una salida.

Regreso al burdel "Las diablitas" entrando a los camerinos donde Cleo se me queda viendo a la espera de que le cuente, pero al verme detenidamente prefiere ponerse a hacer otra cosa.

Miro mi celular. Tengo como veinte llamadas perdidas de mis padres y diez de mi hermana, también unos cincuenta mensajes. Estuve tan feliz que olvidé al mundo exterior, pero es hora de volver.

Llamo a mi mamá, que contesta enseguida.

¿Estás bien? ¡No desaparezcas así! —se molesta.

Perdón, me quedé dormida en la casa de una compañera. Estamos en pruebas y de tanto estudiar me quedé dormida, prefirió no despertarme, pero creo que debió hacerlo, así no estarías tan enojada.

Suspira molesta a través de la línea.

Avísanos, te estuvimos buscando como locos, y dime el nombre de tu amiga porque fuimos con todas y nadie sabía.

Carajo.

Es nueva, le ayudé y ella a mí, pero tranquila te cuento de ella al llegar a la casa en un rato.

Se despide y le corto saliendo del establecimiento por la puerta trasera que da a un callejón cerrado. Allí la tristeza me abarca, los ojos se me nublan, y caigo al piso presa del dolor. Sollozo pegando mi espalda a la pared, los recuerdos se me repiten como una película, no sé cómo voy a arrancármelo del pecho.

La puerta se vuelve a abrir y me tapo la boca mirando como Cleo se me acerca, se sienta a mi lado y solo se queda allí, en silencio.

Pasan diez minutos; la garganta me arde, estoy mocosa y destrozada.

—Duele mucho... —sollozo—, no debería doler así.

—Créeme, apenas empieza —deja caer su cabeza en mi hombro—, conocerás a otro y quizás funcione o no. Mantente fiel a quien te haga sentir viva y amada, no será igual que con Seung pero yo rezaré porque sea mejor, lo mereces —me da un beso en el brazo.

Tengo muchos años por delante, sé con certeza que conoceré a más. Y yo también rezaré porque puedan darme esa paz con mis demonios al danzar con los suyos, esa seguridad tan aplacante solo al estar en su campo de visión y la pasión desmedida atada a sus toques.

En un rato más me limpio el rostro como si no hubiera pasado nada, ella regresa por toallitas, maquillaje y gotas para los ojos que me dejan como nueva.

Me despido con un abrazo antes de ir a mi casa. Falté al Instituto, y llame a decir que estoy enferma, pero mis papas no lo saben y aparezco para el almuerzo. Mamá me abre haciéndose a un lado y mirándome mal a la vez que puedo notar la preocupación en su rostro.

—Mi teléfono murió en el camino al Instituto y por eso es que te llamé cuando terminé las clases. Perdón —le digo sentándome en el sillón frente a la televisión.

—Nos diste un susto de muerte —se acerca a sentarse a mi lado para poder abrazarme y la correspondo con fuerza.

—Estoy bien.

Papá se asoma mirándome serio, lo que es raro en él. Lo entiendo, también es raro que desaparezca sin avisarles.

—Estás castigada —decreta él ubicándose a mi otro lado y voy a sus brazos—; no habrá mesadas mientras tanto.

PERPETUO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora