Cap 8.- Rescate

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-PERVERTIDO DE MIERDA PORQUÉ HICISTE ESO- le grité mientras me señalaba el cuello, con una gran marca.

-Los elfos pueden comer carne humana, si quieres vivir tendrás que camuflarte entre ellos, yo llevo varios años aquí y de momento no me han descubierto. Ellos tienen una marca reconocible, parecida a la que te acabo de hacer así que me podrías agradecer.

-Creo que me lo tendrías que haber dicho antes, eso fue muy directo.

-Como digas, tengo algunas orejas de sobra así que te las doy, y hasta que sepas qué vas a hacer te puedes quedar en mi casa- yo sólo asentí y me volví a sentar en la cama-, por cierto, mi cuarto está dos habitaciones a la derecha, por si me quieres hacer una visita de vez en cuando, no suelo estar ocupado.

-Si... claro. Por cierto.... No he venido aquí por gusto- le expliqué lo de Tau y volvió a recordarme que comen carne.

-Si quieres salvar a tu novio –esa última palabra la dijo con algo de retintín-, deberás ir a mazmorras, seguramente lo estén guardando para el rey, como muy temprano lo matarán mañana si no lo sacas antes, te puedo enseñar el camino y algún truco, pero después de eso tendrás que ocultarlo y esta es la única habitación de sobra que tengo.

-Vale, gracias.... ¿Cuándo podremos...?

- Tranquila, tómate un descanso, te traeré de comer.

E desapareció del cuarto dejando la puerta cerrada. Las paredes de la habitación eran de un color ocre, la cama era de madera al igual que el armario y la mesa de noche, no tenía mucho más. Al rato volvió con un cuenco de estofado (O eso creo que era). Comimos juntos mientras pensábamos en cómo sacar a Tau de la mazmorra. Al parecer se le permitía una última visita de un familiar al prisionero así que me infiltraré como su mujer, E estará fuera esperando a que saque a Tau de la celda y cuando lo consiga distraerá a los guardas, no parecía muy difícil, pero las cámaras dificultaban la misión, seguramente tenga una en la habitación así que tendré que hacerlo todo mucho más creíble.

Cuando llegó la hora nos disfrazamos y partimos a nuestro objetivo, me conseguí meter en el cuarto de Tau, que se encontraba atado a una silla con la cabeza agachada. No la levantó hasta que cerré la puerta. Estaba todo magullado, le habían golpeado y tenía la cara con muchas heridas. Me miró algo frustrado, ya sabía lo que me iba a decir pero antes de nada me lancé sobre él y lo abracé mientras me sentaba sobre sus piernas.

-¿Te han mirado bajo la ropa?- le susurré mientras ocultaba mi cabeza en su hombro, negó haciendo el menor ruido posible-. Tenemos poco tiempo, básicamente si no hago esto te matarán.

Me acerqué mucho a su cara hasta que escuché la señal de E, una pisada fuerte que provenía del pasillo, los guardas no miraban las cámaras. Subí rápidamente la camisa de Tau y le hice una marca en el abdomen mientras él me miraba sonrojado, incapaz de decir nada. Le puse unas orejas muy disimuladas, muy pequeñas. Al llevar el pelo desatado siempre habían estado cubiertas así que eso nos daba ventaja, le volví a mirar a los ojos.

-Escúchame, en cuanto esa puerta se abra un amigo nos ayudará, ¿Puedes correr?

-Eso creo

-Entonces haz como si estuvieras atado, cuando la salida esté despejada sígueme y no te preocupes por lo que haya detrás, tú solo corre- asintió mientras le desataba manos y piernas.

-Ey Yarah, que es esa.....

-Lo mismo que te acabo de hacer, E me lo hizo nada más darse cuenta de que soy humana.

-¿Quién es...?- escuché otro zapatazo del otro lado de la puerta y le golpeé en la entrepierna mientras le tapaba la boca, haciendo que llorara.

Me volví a sentar encima y lo besé cuando la puerta se abrió, cuando me obligaron a separarme de él unas enredaderas inmovilizaron a los guardas, E.

Agarré a Tau de la muñeca y corrí en dirección a la salida, con la silenciosa compañía de mi amigo infiltrado pisándonos los talones. Volvieron a aparecer guardas y esta vez las plantas atravesaron sus cuerpos, salimos sin dudar de aquel lugar.

Tras girar algunas calles E nos dijo de parar y tomó una túnica de una casa, al igual que hice yo antes. Cuando Tau se la puso pudimos andar tranquilamente por las calles hasta llegar a casa.

El egipcio se desplomó nada más entrar sin darnos oportunidad de sujetarlo, mi nuevo amigo no era mucho más alto que Tau, sin embargo lo cargó hasta mi cuarto, le pedí que saliera mientras le ayudaba y curaba. Me quedé observándolo por un rato hasta que me entraron ganas de dormir, me tumbé a su lado rodeando su brazo en mi cintura, aunque él no era consciente me estaba haciendo sentir mucho más segura.

Ya estaba sano y salvo, eso es lo único que me importó en eso momento.

EekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora