EL LAGO

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— Abuela… —llamó Yeun al notar que después de algunos minutos secando las lágrimas de la mujer, esta se quedó dormida en su hombro— ...mejor vamos a tu habitación.

Jisoo se despertó y asintió vagamente, dándole una última mirada a la menor como despedida, quien sólo pudo responder con una pequeña sonrisa. Chaeng comenzó a seguirlas una vez salieron del jardín. Cuando llegó al cuarto se quedó afuera esperando por su amiga; no sentía correcto el entrar ahí.

— Otra vez fue mi culpa, ¿cierto? —fue lo primero que salió de su boca en cuanto Yeun cerró la puerta al salir.

— Chaeng, ya hemos hablado de esto, no tienes que culparte cada vez que mi abuela se ponga así. Ade-

— ¿Cómo no quieres que me culpe? —interrumpió frustrada—. Las últimas veces que se ha puesto así han sido cuando estoy yo con ella, cuando me cuenta sus historias y-

— Exacto, cuando te cuenta sus historias. Lo que significa que ella decide si hablar de eso o no —su tono se había vuelto duro—. Ella perfectamente sabe lo que le causa hablar de ello y aún así lo hace.

— Pero lo hace porque yo se lo pido. Si tan sólo yo me hubiera dedicado a hacer las preguntas de mi tarea, ella no estaría pasando por estos momentos. ¡Pero no! —alzó la voz entre risas forzadas—. ¿Qué hice? Dejar de lado mi tarea y pedirle que me contara su vida —habló con socarronería.

Definitivamente algo andaba mal con Chaeyoung y Yeun lo notaba. Esa actitud no era típica de la menor y realmente le preocupaba verla así. Estaba segura de que la situación con su abuela no era necesariamente la única razón para el ánimo de Chaeng.

— ¿Pasó algo? —preguntó sin más, consiguiendo una mirada confusa por parte de la menor.

— ¿De qué hablas?

— No es normal que actúes como lo estás haciendo, tú no eres así. Entonces supongo que pasó algo —afirmó con extrema seguridad.

— ¿Y tú cómo sabes qué es normal en mí? ¿Cómo aseguras que no soy así? —atacó con un tono muy tosco y amargo.

La pelinegra se sorprendió ante la reacción de Yeun, pues imaginaba que estaría enojada después del cómo le habló; sin embargo, su reacción fue totalmente distinta. Estaba sonriendo.

— Porque lo sé. Simplemente por el cómo me acabas de hablar. Chaeng, yo ya te vi en una situación horrible y jamás actuaste así, al contrario —no había una sola pizca de enojo en su voz, más bien era algo de compasión—. Así que me imagino que deben de estar pasando varias cosas por tu mente para que estés actuando así. ¿Quieres hablar de eso? —preguntó con una sonrisa de lado, tratando de transmitirle confianza.

— S-Sí… —respondió, dejando salir un sollozo.

Definitivamente hay muchas cosas en su mente. Fue lo que pensó Yeun al ver a su amiga romperse. No tardó en abrazarla en cuanto las lágrimas salieron de ella, le era muy difícil ver a aquella chica de esa manera. Definitivamente quería ayudarla, quería hacerla sentir mejor, pero para eso necesitaba saber qué era lo que la atormentaba. Necesitaba que Chaeng confiara en ella y la dejara cuidarla.

— Bien, vamos a hablar —rompió el abrazo, secando sus lágrimas y encaminándola hacia la salida del asilo.

— P-pero…¿por qué estamos saliendo? Tienes que trabajar —cuestionó mientras sorbía su nariz y secaba las lágrimas restantes.

— ¿De verdad quieres que un montón de abuelitos te vean llorar y te pregunten qué te pasa? —se detuvo para mirarla con la ceja alzada y una mueca en sus labios—. Eso pensé —dijo al no escuchar ninguna respuesta y salieron del lugar.

En Mis Tiempos [Secuela de SECRETOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora