Evil Of Glory 1: Mitad Dragón© (Editando)

Prólogo

Nunehen significa comienzo, amanecer, principio. Período de la vida en una tierra oscura, donde solo moraban tempestades y negras tinieblas peregrinas, errantes, sin conocimiento, razón o alma.

Por siete mil años Ethelthree, gobernó aquel reino casi vacío, y con danzas y cantos despertó el encanto que hizo respirar el Eranóot. Era, que significa tiempo, período, época. Nóot, perteneciente al fin, al silencio, a la penumbra, a la noche. La tierra destinada al fin.

Sus ramas crecieron y su vida se extendió por toda la tierra, hasta el cielo, rompiendo entre los vientos, las nubes que ocultaban su frondosa grandeza de la vista del sol.

La primera gota de claridad cubrió los caminos de la guerra que emanaban de los campos aun dormidos en espera, las cicatrices delirantes y sus raíces tuvieron que esperar un poco más.

Brotaron bajo la superficie, hasta el ardiente abismo más profundo del inframundo, que aun no era mundo. He aquí la vida de las oscuridades que encarnaron en los raigones, tomando aliento de las profundidades e haciendo rugir su sombra sobre la soledad debajo de sus azules hojas.

No había olvido en sus memorias, para seguir con vida al llegar el otoño, endureció su sabiduría y rasgó en dos partes su corteza, que era más que su fuerza, y fortaleza, entre los penúltimos rocíos de primavera que sollozaban su gloriosa aparición.

La armonía que canturreaban sus días ya no estaba en despoblados lugares, de su copa nacieron los Dauvárus, deidades de luz pura, inmortales seres que reinaron sobre él. Habitaron las tierras del norte, en el cálido resplandor de una región a la que llamaron Asgard. Rocas ardientes tomaron de la gran montaña roja, y crearon entre aquel desierto la enorme torre prodigiosa. Allí tuvieron familias, descendientes, aldeas, castillos y alegrías.

Trecientos días duró la ceremonia en la que Wynn y Yuan se unieron como uno. Ella la reina perfecta, hermosa diosa dorada, que esperaba con ansias una nueva primavera eterna, para ofrecérselas a su pueblo. El era el rey bondadoso y único, regente de aquel mundo; entre millares de sueños nómadas, eran estrellas como aquellas, que al apagarse, regresan más poderosas.

Dieron vida a Freggie, Damara, y a Lyan; quienes con el paso de los atardeceres también se unificaron, pues se amaban. Y nacieron Deví, Frey, Oza y Hord. Engendrados por ella, la primera, su vestido era como el sol, y su cabello azabache se mecía sin necesidad de brisa; tenía unos labios rojizos y carnosos, una belleza digna de una reyna.

Luego vieron la luz Agamor, Radomir, Mayru, y Thermilor, retoños de Damara; Según fragmentos encontrados de los pergaminos del origen, en lo que quedó de la nación del fuego, estos fueron los veritas, escogidos como guerreros, para luchar por defender su dominio, y para llevarlos a otros territorios, si algún día el mal se revelara.

En total, ocho hijos tuvo Layn. Descendientes que fueron consagrados como los lifowoods, llamados elfos en algunas y otras naciones sucesoras de este imperio.

¡Maldita sea, Ethelthree! ¿Por qué no te diste cuenta de que tu espíritu quebrado no estaba solo? ¿Dónde estaban tus ojos en el bosque silencioso, cuando del cobijo que les ofrecía tu sombra descendieron hermanos? De tu lado oscuro, "Purusha", llegaron a ser los Ashur. Quienes por alguna razón empezaron a reclamar sus derechos sobre el reino. Stynon y Erya. Ellos, se unieron, pero no por amor, si no por deseo, por avaricia, orgullo y vanidad. Hicieron la noche suya, amparados por relámpagos y tormentas de hierro. Engendraron a Salvor y a Lórin; quienes a su vez procrearon a Fargon y a Eronin.

Y por mil años engañosamente gobernaron en completa conformidad, los Dauvárus y los Ashur. En el aparente benéfico ambiente de Asgard, siguieron creciendo, y haciéndose más fuertes.

Mayru, hijo de Lyan, se unió a Niria y nació de ellos Liria, y en una gran boda ella unificó su corazón a Oza, fue muy feliz, hasta el día en que nació su hija Nóot.

Ella era muy parecida a su madre, cabello dorado, ojos de fuego, vestido de estrellas. Todas las noches paseaba por el reino, cubierta con su manta escarchada. El mal la espiaba y la deseaba, aunque ella resistiera. Una noche, fue ultrajada y violada por Eronin. Siendo una virgen, diosa encarnada, que aun no era coronada por su considerable juventud.

Los guerreros que fueron llamados, cumplieron su deber, aquel detestable traidor fue desterrado al inframundo y él y su gente comenzaron a habitarlo; Mientras, se revelaban y atacaban para no ser desposeídos del todo. Luego, como resultado de aquella traición, llegó a ser un niño... a pesar de tener sangre Dauváriana, también poseía descendencia de los Ashur. Ni su madre Nóot lo llegó a querer, no le puso nunca un nombre, ni siquiera lo sostuvo en sus brazos, y al cumplir los diez años, lo envió a los abismos del mundo con su padre.

La primera era había pasado.

Los gélidos matices de una segunda época se avecinaron, y en busca de otras tierras hacia el sur se encaminaron los primeros sucesores de Ethelthree.

Llegaron a estar en un lejano valle, hermoso y cristalino como gemas, oro, y diamantes. Frondoso, con árboles tan grandes que parecían rozar el cielo. Más allá de sus límites crearon una frontera, hacia el este, y ahí fundaron una nueva nación.

Habían traído las raíces de su ancestro, y lo quemaron para que nada más pudiera germinar de él.Pero sus cenizas seguían vivas, se esparcieron en estas tierras y en menos de quinientos años de ellas surgieron los hombres.

Que pronto se adueñaron del reinado, y los Dauvárus decidieron pelear por el. Eran débiles los humanos, también poderosos, y en número muy superiores. A sangre fría, luchaban a morir, aun se escuchan en el eco del jardín de cristal, las espadas tintinando.

Desde luego, los veritas cumplieron con su deber, dividieron en tres tribus más a su gente, y los condujeron a Adlas, al sur de Asgard, y allí vivieron por largos siglos. Los Roldicks, los Kouma, y los kakaneshy, dependiendo de sus habilidades, mágicas o guerreras, unos al sur, y los otros al norte de esta región.