CAP. III
Espadas llenas de sangre, oxidadas por la tierra helada, enterradas muy profundo, allá donde ya no hay nada.
Esqueletos sonrientes y llorones, en el mismo fondo del vacío, esperando al fin de cuentas, la llegada del rocío. Las tinieblas del principio, que acosaron las tierras de Eranóot, habían regresado del olvido, y en un fino hilo negro colgaba el presagio.
Todas las prominencias amenazaban con hundirse, las flechas erguidas que rompieron una vez el viento, yacían en el suelo, señalando el camino a la oscuridad, que apostaba por consumirse, arrastrando el mundo entero consigo.
El antiguo y oscuro pueblo de Sumor, donde los sauras habían despejado el entorno por un momento. El cielo parecía pintado con torbellinos de fuego gris, que entorpecían el volar seguro de las aves; los habitantes salían de sus viviendas, y no vieron la oportunidad de huir a otro lugar, prefirieron revolcarse en su ira. Se revelaron para tomar la ciudad en su poder, y mientras despacio se iban apagando las enormes lamparillas de fuego, que ardían como oro resplandeciente debajo de la luna, en el mismo centro del infierno. Brandor y Dan, seguían en su disputa. Dan pretendía marcharse al igual que sus demás hermanos, entonces Brandor le dijo:
—Entonces, te irás. Lo suponía ¿Qué se podía esperar de ti? Eres un bastardo.
—No te equivocas, lo soy, por eso no tiene sentido que me quede ¿Cómo pretendes detener todo esto? —Preguntó Dan, bastante agitado.
—Fácil, les daré lo que quieren —respondió Brandor, convencido de lo que hacía.
—Entiendo. Vas a arriesgar a toda esta gente.
—Estarían perdidos sin mí.
—Entonces, no necesitas mi ayuda —dijo Dan, mientras se subía en su caballo.
—¡Vete! ¡Nadie dijo que fueras necesario en mi victoria! —gritó Brandor a su hermano Dan que ya se había apartado de su lado. Al ver que estaba solo, decidió tomar el control del reino. Salió del palacio, subió al altar que estaba justo entre los cirios espirituales, y gritó a todos:
—¡Escúchenme! ¡Escúchenme, todos! —levantó la voz con todas sus fuerzas.
Gritaba para llamar la atención, y por fin, cuando alguien notó su presencia, hizo que los demás lo escucharan, se acercaron a él, y prosiguió con sus palabras:
—¡Escúchenme! Se lo que quieren hacer, pero les garantizo, que no servirá de nada. Este reino, junto con toda la tierra será destruido, a menos que, hagamos justicia con nuestras propias manos. Lo más probable, es que esas criaturas vuelvan a atacar y nos destruyan, a si que, hay que estar preparados. Saquen sus defensas oxidadas a la luz de las estrellas del este. Espadas, escudos y armaduras. Si tienen que repararlas o construirlas desde cero, háganlo. El herrero no va a negarse en ayudar, si ve que la vida de su familia y la de él mismo, cuelga de la voluntad de esta maldición. ¿Por cuántos años han sido esclavos de la miseria de este pútrido y consumido pueblo? ¿Por cuánto más se resignarán a este desdichado terruño, mantenido por sucias ratas asquerosas, más hambrientos de poder que nosotros mismos, morada de cuervos traidores y almas infecundas? Recuerden que el oro y la plata no nos son nativos. Se escasean en el alumbramiento de nuestros placeres. No sirve de nada tomar este pueblo entre las garras de la egolatría disfrazada de prosperidad. Somos muchos en número, casi igualamos la cantidad de hombres de los humanos. En las peleas somos buenos guerreros ¿Por qué venerar las costillas de débiles y pobres fanfarrones, cuando podemos asaltar a los mejores jerarcas y a sus señoríos? El oeste está plagado de riquezas, abundan tierras prolíficas que podemos sembrar a nuestro antojo.
De entre la multitud, alguien le preguntó a Brandor, qué había sucedido con su padre, el rey Brandon. Luego de titubear un segundo, respondió:
—Lo han secuestrado, también a nuestra hermana Verdandi. Tenemos que luchar. Es mi padre pero es también el padre de ustedes. Somos una nación, que a pesar de las adversidades del destierro, ha sabido contenerse de asesinar las ordenanzas que nos amarran la existencia, a un destino que no es el nuestro. Las tinieblas han sido desatadas ¿Quieren una ciudad de verdad, llena de oro y riquezas eternas? ¡La tendrán! Tenemos que ir a Sorgon y tomar lo que nos pertenece por ley; es la única forma de ganar y de obtener lo que los dioses nos negaron. ¿Están conmigo? ¿Se seguirán engañando? ¡Díganme si lucharán!
—¡A luchar! —todos exclamaron a una sola voz.
—¡Por nuestro padre! —vociferó Brandor.
—¡Por nuestro padre!
El humilde taller de Talbot, el herrero, se llenó de Ordos ansiosos por reparar o construir sus rancias armaduras y por afilar sus enmohecidas espadas, que hacia años no usaban.
Se podía escuchar el clamor de sus voces que retumbaba el oscuro horizonte, el cual partieron al partir, como ráfaga de viento al norte, al pueblo de la luz, Sorgon. Pero el camino no era fácil, los demonios rondaban por todas partes de esas tierras.
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Evil Of Glory 1: Mitad Dragón© (Editando)
FantasySinopsis Un reino oscuro en los confines del mundo, la sin fin noche confiesa. La hija del gobernante, tiene que partir a una misión. Por culpa del rey de los Ordos, fue liberada una maldición, y la ruptura del pacto sagrado, se volvió realidad. "...