CAPÍTULO 1.

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Ryley tenía ganas de vomitar. Estaba sentada en la primera hilera de sillas, en el asiento justo al lado del pasillo central, y tenía una perspectiva fabulosa de lo que estaba sucediendo.
-Pablo, aceptas a Katherine como esposa, prometes cuidarla en la sa...- el cura soltó la correspondiente perorata. Al lado de Ryley, su madre lloraba de la emoción. En realidad ella no debía estar allí, ni quería. Estaba felíz de que Kate se casara, la quería, era su hermana y se merecía lo mejor, pero no podía casarse con el chico del que llevaba enamorada una vida. Pablo había ido al colegio con ellas, en la clase de Kate, unos cursos más arriba que Ryley. Y después de toda una adolescencia siendo novios, a sus 22 años, habían decidido darse el sí quiero.
-... Entonces, puedes besar a la novia.- No acabará nunca, pensó Ryley. Kate y Pablo se fundieron en un beso de película y corrieron por el pasillo entre aplausos y arroz. Una tradición española que la familia de Pablo había deseado introducir.
El banquete fue mucho más llevadero, se olvidó prácticamente de que eran su hermana y su crush los que se casaban, y se rió muchísimo con la abuela de Pablo, que tenía un acento tan marcado como sus modales. Incluso bailó con algunos primos lejanos y sobrinos de dios-sabe-quién. Pero, definitivamente, se seguía alegrando de que su cuñado y su hermana se mudaran a Seatle. Estaba algo lejos de su pequeña (honestamente, minúscula) ciudad, pero se ahorraba verlos y podría susperar lo que sentía por él. No quedaba de otra.
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El lunes por la mañana Ryley llegó a clase con más cara de culo de lo normal. Se sentó en su habitual pupitre y esperó a que otro monotono día de vida pasase. Estaba cursando ultimo año, y quedaban todavía siete meses de clase. El aula se fue llenando, y el infeliz que impartía Historia prosiguió con La Guerra Fría, que había quedado aparcada el viernes. A cinco minutos de que tocara el timbre del cambio de clase, la directora Jumpfield llamó a nuestra Ryley para hablar sobre un asunto muy importante y algo que te beneficiará para cursar tus estudios póstumos. Salió casi corriendo de clase. Jumpfield la esperaba en el banco, al lado de la puerta del aula.
-Buenos días, señorita Johansson. - Siempre estaba sonriendo y hablaba cantando, era una mujer muy simpática que no escatimaba en demostrar cuanto dinero tenía. El abrigo del piel y el colgante que llevaba lo demostraba.- La he llamado porque, hace casi un mes, recibimos una invitación para que un alumno, escogido por el profesorado, participe en un intercambio, bueno, no exactamente porque no se cambiará por nadie pero... Bueno, un viaje cuyo propósito será aprender idiomas, cultura... Etc. La hemos elegido a usted.
Ryley la miró con sus ojos oscuros abiertos como platos. Era demasiado bueno como para ser cierto.
-La principal razón -prosiguió - es porque es nuestra mejor alumna en idiomas. Quizá sus matemáticas dejen mucho que desear, pero habla español con fluidez, domina el inglés completamente, y tiene muy buena base de francés. Los profesores de dichas asignaturas la recomendaron. El curso será de seis meses, seguirás teniendo clases y tus calificaciones serán tomadas por los profesores de tu nuevo instituto. Sólo necesitamos que aceptes... Y que tus padres también lo hagan.
-¿Cuándo y dónde sera?
-Tendrías que irte en un mes, Ryley... Y será en algún lugar de Francia, o puede que Inglaterra. No sabemos.
Sonreí. Estaba dentro.

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-Que no, mamá.
-Por favor, Ry, ¿Estás segura? Está muy lejos, hará frío, y ya sabes que hay muchas fiebres raras en esa paste del mundo.
-Mamá, voy a Francia, no hará tanto frío, llevo sudaderas de sobra. Estoy vacunada contra un millón de enfermedades, ni siquiera voy tan lejos, tranquila.
En realidad Ryley la iba a echar de memos, se sentía desprotegida ahora que estaba a punto de coger el avión. En un par de horas llegaría a Tolousse, y luego, un bus la llevaría a su nueva residencia. No tenía ni idea de si su nueva familia iba a ser grande, pequeña, pobre o simpática, de ella sólo conocía que se apellidaban Dagron, y que vivían en una pequeña ciudad de la costa Mediterránea llamada La Fontaine. La agencia que organizaba estas cosas la había asignado al azar, al parecer.

-Bueno...-suspiró- Debería despedirme. ¡Eh! -llamó a Pablo y a Katherine- Me voy, os echaré de menos y todas esas cosas... Pues eso. Os quiero.

Ryley abrazó primero a Kate, que le dijo cómo usar un preservativo y que no bebiera mucho, "En Europa todo es legal", le recordó. Luego le llegó el turno a Pablo.

-Chao R.J., cuidaré a Kate por tí. Chao, eres mi cuñada preferida, te echaremos de menos.

A Ryley le dolió separase de él, ¡Le había dicho que la quería!... y que era la mejor cuñada del mundo. Abrazó a su madre y se secó las lagrimas, se dijeron cuánto se querían y se iban a extrañar, y luego, sin mirar atrás, pasó el control.

Gracias por leer, criaturita, y continúa, a ver si merece la pena *carita sugestiva*
No copiar, etc,etc. Está registrada, obvio.

Hasta siempre, Ryley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora