Capitulo 4

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𝓩𝓪𝓬𝓱𝓪𝓻𝔂  𝓙𝓸𝓷𝓮𝓼

Ya era el siguiente día y aún seguía con vida, a veces las personas suelen poner a otras como lo peor del mundo y nosotros los humanos nos dejamos llevar por lo que dicen de los demás sin ni siquiera conocer a las personas por simplemente el hecho de lo que dicen de ella.

Como dice mi abuela: Caras vemos corazones no sabemos.

Llegar a conocer a una persona no solo consta de días sino de meses y quizás años o el simplemente: Te daré a conocer lo que yo quiero que conozcas de mí. Muchas personas se cohíben de que las personas las conozcan para que no las lastimen más de lo que están, eso ahora suele llamarse adolescencia donde unos a otros se hacen daño sin ni siquiera conocerse o si se conocen.

Es increíble como todo esta tan dañado y donde a literalmente todos les vale mil hectáreas de mierda, eso se ha vuelto un ser humano; un destructor de todo lo que toca y conoce. Todos sabemos las goteras de nuestra casa, pero nadie sabe las goteras de los demás.

Iba de camino al instituto cuando puede oír el motor de una moto rugir a toda velocidad.

Una moto deportiva negra...

Era ella. Como de costumbre los conductores insultaron al conductor de aquella deportiva negra mientras las personas que caminaban por la acera se quedaban embobados viendo desaparecer aquella deportiva negra, por extraña razón sonreí.

Menee repetidas veces mi cabeza para volver a la realidad y seguí mi camino hacia el instituto hasta que casi a dos cuadras del mismo un auto se aparcó cerca de donde me encontraba.

—¿Estas vivo o eres una ilusión óptica? —preguntó dramáticamente Max.

Pensándolo bien, no le quedaría mal un papel dramático en el teatro .

Lo mire mal. 

—Estoy muerto Max, soy el clon de Zach. —digo con sarcasmo.

—Ya déjate de idioteces y sube al auto. —la voz chillona y demandante de Nat me hizo quedarme callado y mirar dentro de la ventana del auto de Max.

—¿Estas de mal humor o es porque Andy no te lleva al instituto hoy? —digo con burla y de manera cómica el nombre.

Ella me fulmino con la mirada, que si pudiera matarme con la misma ya estuviera tres metros bajo tierra.

—Ella anda de humor de los mil demonios, así que mejor calla y entra al auto Zach. —sugirió Max un poco nervioso.

Obedecí y la mire—¿Y esas ojeras de mapache? —le pregunte con curiosidad.

—Tuve que desvelarme toda la maldita noche para hacer un trabajo de ciencias como de un millón de paginas. —murmuro de mala gana para después bostezar.

—Pero... —comenzó a hablar Max casi inseguro—Tenias el tiempo suficiente para hacerlo.

—¡Cállate! —le grito Nat.

Relamí mis labios.

—¿Y porque lo dejaste para ultima hora? —le pregunte. Ella iba a hablar pero la interrumpí—O espera déjame adivinar... —tome mi mentón como si pensara—¡Andy! —digo con voz aguda.

Me miro mal, pero se quedó en silencio eso quiere decir....

¡Que tengo razón, pero ella no piensa dármela!

—¿Tú y Andrés Walters son novios? —preguntó Max, mirándola por el espejo retrovisor.

—¡¿Qué?! ¡No! —chillo ella negando con rapidez—Te lo he dicho ya como quince veces, eres un fastidioso. —murmuro irritada.

𝒩𝑜 𝒥𝓊𝓏𝑔𝓊𝑒𝓈 𝒰𝓃 ℒ𝒾𝒷𝓇𝑜 𝒫𝑜𝓇 𝒮𝓊 𝒫𝑜𝓇𝓉𝒶𝒹𝒶 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora