Capitulo 6

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𝓩𝓪𝓬𝓱𝓪𝓻𝔂  𝓙𝓸𝓷𝓮𝓼

Simplemente a veces la persona con un porte más fuerte suele ser la persona más débil y vulnerable en la noche completamente sola y a oscuras en su habitación.

Esto me lo han demostrado dos personas, mi madre y Katheryn Walters.

Mi madre todas las noches antes de que llegara el hombre llamado padre se encerraba en su habitación sola a llorar y después me regalaba sonrisas a mi como si nada estuviese pasando. 

Ayer encontré a Katheryn con sus mejillas mojadas de lágrimas y rojas de tanto llorar, sus ojos grises se encontraban tristes y cristalizados ella ni siquiera podía articular alguna palabra o quizás simplemente no quería hacerlo.

Una gran parte de mi por extraña razón no sabia que hacer o que decir, tenia miedo de cagarla en el peor momento de ella y otra cosa era que no sabia que le había sucedido ni la razón del porque se encontraba así.

Yo solamente había ido a su casa para disculparme por haberla gritado y luego la encontré allí en una acera bajo la luz de la luna llorando cabizbaja.

Esa noche me quede con ella ninguno de los dos hablo, solo nos quedamos allí en silencio con la compañía del uno y del otro. No sentía lastima hacia ella lo que sentía era una gran preocupación que invadió todos mis sentidos de no saber que le sucedía y que hacer para que se sintiese bien de nuevo.

Todos somos seres humanos con sentimientos, hasta el de la fachada de la persona fuerte algunas veces o quizás repetidas veces es derrumbado sintiéndose débil y vulnerable como a muchas personas les gusta llamarles.

Yo simplemente opino que ser débil y vulnerable está bien que hacerse el fuerte por todo, esa tristeza siempre buscara una salida para poder desahogarse, se desahoga hablando con alguna persona o la que la mayoría de las personas hacen en silencio para que nadie les pregunte ¿Por qué? Es llorando en silencio sintiendo cada dolor en tu pecho hasta que te sientas completamente vació por dentro para volver a ser fuerte y seguir

Hoy ya era sábado tenia practica de fútbol del instituto en una de las canchas de la ciudad, el día de ayer en el instituto fue como otro día más en el infierno fatigante, me cruce una sola vez con Kat, pero ninguno hablo ni saludo simplemente compartimos una mirada y ya, no hablamos sobre el tema de la noche anterior y no creo que ella quiera hablarme sobre ello y mucho menos le preguntaría.

Ya todos se encontraban en la cancha, el entrenador hablaba hasta por los codos de mil y un cosas a la vez confundiéndonos a todos y que todo el equipo hiciese preguntas sin parar, y yo ya estaba comenzando a estresarme.

Queriendo darle un balonazo a alguien en la cara.

Luego de casi dos horas todos entendieron que era lo que se debía de hacer comenzamos a calentar y hacer ejercicios para luego una practica amistosa. Después de aquella practica amistosa me encontraba tirado en el césped mirando el cielo tratando de regular mi respiración agitada, mis pulmones quemaban y pedían clemencia a mi lado se encontraban mis amigos al igual que yo.

—Esto es agotador. —murmuro sin aliento Max.

—Tú te quejas de todo. —le respondió Asher cansado.

Me reí—Lo siento amigo, pero el rubio tiene razón.

—Tú siempre apoyas a Asher. —se quejó.

—Ves. —murmuro Asher seguido de reír.

Cuando recuperamos fuerzas nos pusimos de pie para ir en búsqueda de nuestras mochilas.

—¡Ya se pueden ir equipo! —gritó el entrenador—¡Recuerden que dentro de unos meses tenemos partidos importantes!

𝒩𝑜 𝒥𝓊𝓏𝑔𝓊𝑒𝓈 𝒰𝓃 ℒ𝒾𝒷𝓇𝑜 𝒫𝑜𝓇 𝒮𝓊 𝒫𝑜𝓇𝓉𝒶𝒹𝒶 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora