𝐎𝐧𝐞.

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El inicio.

Sus pasos eran silenciosos y suaves, a cada pasó que daba su mano alzaba una manzana verde para después volver a aterrizar en su mano. Miró a su alrededor suspirando en el proceso al pensar en lo que se había convertido, él no quería ésto, era más que obvio.

Se reía de si mismo al pensar que esto de ser mortifago era algo de lo que debería estar orgulloso, algo que sería fácil por ser un Malfoy. Ahora mismo quería golpearse por los estúpidos pensamientos que tenía antes hacía los mortifagos, que sería genial unirse a ellos, ahora más que nunca se siente miserable.

Cómo nunca antes se había sentido en toda su vida.

De sus bolsillos sacó su varita con sigilo, observó que nadie estuviera presente más que él, en un suspiro empezó a murmurar aquel hechizo que según podría reparar el armario evanescente.

Harmonia nectere passus— susurró con su mirada fija en el armario que cada día lo estresaba más.

Continuó unos minutos más pronunciando el mismo encantamiento, pero esté seguía sin funcionar, aquello solo hacía que se sintiera cada vez más peor de lo que ya estaba. Se sentía cansado, jodidamente miserable, y sobretodo completamente sólo.

Aunque para Draco la soledad no era nada nuevo para él, la soledad siempre estuvo presente en cada momento de su vida, sus padres nunca estuvieron emocionalmente con él, a excepción de Narcissa que hacía el esfuerzo de que Draco no se sintiera del todo sólo, pero aún así no era suficiente, Draco también necesitaba la atención de su padre. Pero al parecer Lucius le importaba más seguir las órdenes del señor tenebroso, le importaba más serle fiel a ese imbécil sin nariz que a su familia quien lo necesitaba aún más.

Soltó un sollozo llenó de dolor y se dejó caer al suelo, se abrazó así mismo al ver que había fallado de nuevo, cada día sentía muchas más ganas de acabar con su vida, estaba roto.

Y nada ni nadie podría reparar su roto corazón.

Tenía tanto enojo contenido, lo único que se le ocurrió para satisfacer un poco su enojo fue lanzar la manzana verde hacía un lado de la sala sin ver donde había caído.

Auch.

Los tristes ojos grises del rubio inmediatamente escanearon la sala donde se encontraba, tan rápido cómo escuchó esa exclamación se puso de pie. Mantuvo firmemente su varita en su mano, apuntando a cualquier dirección de aquella sala de Menesteres.

Tenía miedo.

Miedo a ser descubierto, a qué lo acusen de asesino solo por tener aquella repugnante marca que odiaba con todo su ser.

—¡¿Quién anda ahí?!— gritó con su fría voz.

Había vuelto a poner su máscara de frialdad, aquella máscara que le impedía a los demás lastimarlo, aquella máscara que le impedía ser él mismo.

Una vez más apuntó a un lugar cuando escuchó una pequeña queja, pero no había recibido respuesta a su pregunta.

Antes de que volviera a hablar fue interrumpido por una melodiosa voz, digna de una princesa.

—Eres muy molesto, antes de que llegarás estaba muy cómoda con mi lectura— replicó aquella dulce vocecita— Siempre vienes a interrumpir mi lectura, ¿Porqué tienes tanto empeñó en arreglar ese armario?

Efímero. [Draco Malfoy] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora