𝐅𝐢𝐯𝐞.

630 86 10
                                    

Draco Malfoy no volvió a Hogwarts. No podía hacerlo después de tantos problemas en Malfoy Manor, todo se había vuelto una completa oscuridad, todo se había vuelto una catástrofe, tantas muertes, tanta sangre mágica inocente derramada, tantos gritos de dolor, escalofríos y miedo recorrerlo todo el tiempo. Había querido volver a Hogwarts para su séptimo año, pero su madre no se lo permitió al igual que Voldemort quien le puso una misión que casí lo asesina en el intento.

Afortunadamente seguía vivo. Estaba vivo para verla de nuevo y poder liberarla de aquella prisión que la condena. Todos esos meses, casí un año, no dejó de pensar en cómo estaría Fiorella Caruso, aquella hermosa y delicada pintura que tenía a una bella mujer morena. De la cual fue inevitable enamorarse.

No pudo corresponder el amor de Astoria porque había empezado a tener fuertes y extraños sentimientos hacía la italiana, por supuesto trató de reprimirlos al no ver alguna solución para poder salvarla, pero su compañía, su atención, sus consejos y su manera de reír, lo habían hechizado. Además de aquellos ojos cafés que le encantaba ver cada vez que la visitaba.

Le gustaba la manera que cantaba para ella misma mientras hacía una corona de flores o tejía con sus propias manos y no con magia. Se había propuesto encontrar la manera de liberarla y ahora que lo encontró, no iba a desperdiciarla.

Estaba vivo para verla de nuevo, para poder besarla y tocarla por primera vez. Está dispuesto a conocerla de mejor manera y hacerla su novia, y si las cosas iban la haría su esposa. Porque de eso estaba seguro, Fiorella Caruso es la indicada.

Y si ella no se enamoró de él en ese efímero tiempo, entonces haría hasta lo imposible para enamorarla, porque la quería. La quiso desde la primera vez que ella lo ayudó y lo escuchó. Y aunque Astoria hizo casí lo mismo, no podía tener sentimientos por ella porque la veía solo cómo un amiga, le dolió hacerla llorar, pero afortunadamente Astoria lo perdonó y ahora la castaña era feliz a lado de Theodore Nott, y se amaban inmensamente, tanto que hicieron una promesa de que si sobrevivían se casarían después de la guerra mágica.

Fiorella era diferente, y eso le encantaba a Draco, además de aquel acento italiano que lo volvía loco.

Después de liberar a los Slytherin del calabozo, se llevó a Goyle y Zabini con él hacía la sala de Menesteres, en busca de su amada Fiorella, dispuesto a llevársela consigo a un lugar seguro y protegerla de todo aquel que quisiera hacerle dañó. Pondría todo su empeñó para poder enamorarla.

Además de buscar a Potter para que le devolviera su varita. Esquivando hechizos y pudiendo defenderse lograron llegar a la sala, donde Draco empezó a mirar a todo su alrededor, buscando alguna señal que le pudiera decir que ella estaba bien, o el lugar donde se encontraba. Antes de que pudiera separarse de sus acompañantes, pudo percibir a otra persona a lo lejos.

Harry Potter se encontraba mirando un objeto que Draco no pudo distinguir muy bien. Así que decidido se acercó al niño que vivió, con la varita de su madre en mano.

—Vaya vaya— exclamó haciendo su aparición— ¿Qué buscas aquí Potter?

Harry lo miró y frunció el ceño.

—Te preguntó lo mismo…

—Tienes mi varita— reclamó teniendo un enfadó aún más enorme a Harry desde aquel día que casí lo asesina— Devuélvemela.

Aunque Harry ni siquiera sabía para que se usaba ese hechizo. Usa un hechizo cortante con Draco pero con Voldemort solo usaba un expelliarmus. Gracioso pero cierto.

—¿Y esa que tiene de malo?— preguntó haciendo una señal.

—Es de mi madre, es poderosa pero, no es lo mismo— aclaró— Está no me entiende bien, ¿Comprendes?

Efímero. [Draco Malfoy] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora