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-¡Es que no sé qué hacer! -el peliverde escondió su rostro invadido por la desesperación entre sus manos.

-Sí, Tsukishima parece ser muy complicado. -Hinata paseaba la vista por distintas marcas de rodilleras en la tienda de deportes. -Incluso Kageyama puso de su parte para admitir lo que sentía.

El chico de cabello naranja tomó su celular y comenzó a teclear los nombres de las marcas para saber cual era la mejor.

-Es que no lo entiendo. -Yamaguchi suspiró apartando sus manos del rostro. -Sí le gusto, ¿Verdad? ¿Y si me estoy imaginando cosas?

-¿Por qué te estarías imaginando cosas? -el pelinaranja tomó un par de rodilleras y comenzó a caminar sin rumbo por la tienda con el peliverde detrás. -Todos saben que le gustas tanto como él a ti, solo es... lento.

Yamaguchi rió sin ganas. Era irónico. Kei les llamaba de ese modo a Kageyama y a Hinata también, y ahora, uno de ellos le llamaba así a él. 

-No entiendo su problema... Yo he dejado en claro lo que siento por él, o eso creo, a mi manera lo he hecho, y él recibe todo eso, sin embargo, nunca dice nada, ¿Y si solo no sabe cómo rechazarme?

Hinata paró en seco y volteó a ver al más alto con el ceño fruncido. Yamaguchi tragó con dificultad, ahí venía otro típico regaño del pelinaranja.

-¿Por qué tú no hablas con él? Todos sabemos que tú sientes algo por Tsukishima, y es mutuo, te lo aseguro, pero si tanto te aterra que no sea así, pregúntale, verás que yo tengo razón.

-Pero...

Hinata suspiró. Convencer a Yamaguchi de algo era una tarea sumamente difícil, era tan cabeza dura como podía llegar a ser Kageyama, y eso, para el más bajo, era decir demasiado.

-Tobio y yo te ayudaremos a que tengas las pruebas que necesites, lo prometo.

Yamaguchi sonrió. No solo por lo que Hinata estaba dispuesto a hacer por él y su torpe inseguridad, sino porque, desde hacía un tiempo, el número 10 le decía a su novio por su nombre, y siempre que lo hacía, sus mejillas se coloreaban de un poco visible rojo. A ojos de Yamaguchi, eso era sumamente adorable.

-Bien.

Ambos sonrieron y caminaron a la caja para pagar lo que Shoyo llevaba. Ambos muy a la expectativa de lo que pasaría el lunes en la escuela, que sería -seguramente- el lugar y el día que Hinata elegiría para comenzar su plan.

Tomar tu mano [Tsukkiyama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora