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Yamaguchi debía admitirlo. Tsukishima tenía más fuerza de la que había llegado a mostrar antes.
En la práctica de ese día, estaban especialmente centrados en los remates (aunque Nishinoya y Hinata se habían dado un tiempo para dedicarle a las recepciones). El rubio estaba mostrando una concentración inusual, parecía tener la mente dividida entre golpear el balón y alguna otra cosa. Nadie quiso interrumpirlo hasta que terminara el entrenamiento. Suga, quien había estado levantando para Tsukishima durante un buen rato, alzó el último balón, y en cuanto el rubio lo hizo estrellarse hacia el piso, se acercó con tranquilidad.

-Fue una buena práctica. -El platinado sonrió y le ofreció una botella de agua que Shimizu le había dado- Usa esa energía para cerrar el gimnasio. -Suga paseó la mirada por el lugar- ¡Yamaguchi! Ayuda a Tsukishima, por favor.

El peliverde asintió alejándose de Kageyama; Koushi sonrió complacido, haciendo que todos salieran del gimnasio con rapidez con la excusa de que no deberían estorbar.

En cuanto todos se fueron, Yamaguchi comenzó a recoger los balones que habían quedado en el piso. Cada quien estaba por su lado, Tsukishima parecía demasiado sumido en sus pensamientos como para poder dirigirle la palabra y que este le respondiera.
Acabaron todo con un buen ritmo. Cuando llegaron a los casilleros, Asahi y Nishinoya iban saliendo de los vestidores, ambos se despidieron de los de primero haciéndoles saber que los demás ya se habían ido y ellos dos eran los últimos. Les dejaron las llaves y terminaron por irse.

Ambos entraron en silencio. Por parte de Yamaguchi, el silencio era insoportable, algo estaba mal con Tsukishima. Y temía que fuera debido a la cercanía que había mostrado ese día con Tobio; quizá le molestaba que estuviera con él por el simple hecho de ser él, no por otra cosa. Quizá todo eso había sido una equivocación y realmente se había creado un gran problema, uno muy diferente al que Hinata y Kageyama habían previsto. Yamaguchi tragó en seco con un temblor ansioso en las manos, todo había salido mal.

-¿El gran rey te dejó comer bien? -Yamaguchi se sobresaltó ante la repentina ruptura del silencio y asintió sin estar seguro de que Tsukishima lo estuviera viendo.

-Es Kageyama, Tsukki.

El rubio asintió también, siendo un gesto apenas visible.

-¿Desde cuando comenzó esta rara necesidad suya por tenerte a su lado?

Yamaguchi se encogió de hombros y volteó a mirar al más alto. Tsukishima lo observaba con el ceño fruncido.

-No lo sé, no creo que sea importante.

-Ya tiene a la mandarina, ¿Cuál es la necesidad de ir por allí tomándote de la mano? -a cada palabra, el ceño fruncido se acentuaba cada vez más, Tadashi nunca había visto a Tsukishima tan enojado.

-Por favor, Tsukki, solo fue una vez.

-Dos. -corrigió el rubio.

-¿Dos?

-Bajo el árbol, tomó tu mano y tú te quedaste sin hacer nada.

-¿Nos estabas observando? -Yamaguchi frunció el ceño también.

-No es mi culpa, Hinata y Yachi me arrastraron para estudiar con ellos, no te imaginas cuanto detesté verlos.

-¡Te hubieras ido entonces! -Yamaguchi apretó un poco la sudadera que tenía en las manos- ¡No tenías porqué observarnos!

-¡¿Cuál es su relación?! -Tsukishima soltó por fin- Solo quiero saber eso.

Kei miró hacia otra dirección, evitando a toda costa el contacto visual con el peliverde. Tadashi, al ver el intento de calmarse de su amigo, suspiró y se puso la sudadera.

Tomar tu mano [Tsukkiyama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora